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Entrevista al Past Presidente de la Academia Literaria José Antonio Moreno R., ex alumno promo 1956 y Marthú Rodríguez Alcalá De Moreno, artista
El matrimonio del Dr. José Antonio Moreno Ruffinelli y la artista Marthú Rodríguez Alcalá mantiene un vínculo muy especial con nuestra querida institución sanjosiana. Mientras el señor Moreno Rufinelli fue un destacado alumno y presidente de la academia literaria, la señora Rodríguez Alcalá brindó a la parroquia una magnífica obra de arte religiosa relacionada al Viacrucis, la pasión de Cristo y su posterior Ascenso a los cielos.
El Doctor Moreno ha sido una figura sumamente influyente en la vida política y social paraguaya. Habiéndose desempeñado como abogado, literato y ministro de Relaciones Exteriores entre 2001 y 2003, una de las facetas más recordadas de su paso por el San José fue la que desenvolvió como presidente de la prestigiosa Academia Literaria del colegio.
¿Cuál fue su papel principal durante el periodo que le tocó la presidencia?
Fui presidente de la Academia Literaria del Colegio San José en el año 1956, en ese momento el sacerdote director era César Alonso de las Heras, y al mismo tiempo era el que dirigía la academia. Él era un gran literato y poeta y nos enseñó muchísimo durante ese periodo. Creo que lo más importante en aquella época fue que se logró volver a sacar la revista Estrella.
Esta había sido fundada originalmente por los primeros académicos y luego dejó de salir por mucho tiempo. Llegamos a sacar seis números ese año y los muchachos se sintieron muy felices. El contenido era básicamente relatar la vida del colegio, las actividades propiamente culturales, las competencias deportivas y demás. Todos querían salir en la revista.
¿Quiénes eran los asesores con los que contaban?
Fundamentalmente fueron dos personas, el padre Alonso y Ramiro Domínguez, este último fue el sucesor del padre Alonso en la academia, ya que las actividades de dirección del colegio le ocupaban todo el tiempo a De las Heras. nosotros aprovechamos que este nombró a Domínguez en la cátedra de Literatura Paraguaya de sexto curso para ponerlo a cargo de la academia.
Ramiro trajo a muchos amigos suyos como los poetas Mazó, Apleyard, Villagra Marsall, que formaban parte de la llamada academia universitaria, que era un grado ya superior. Ellos nos enseñaron el amor a la literatura. Cuando uno tiene 15 años muchas veces no percibe ciertas cosas si alguien no le muestra el camino, eso hicieron con nosotros.
Después de eso muchos seguimos el camino de la literatura por otras vías, en mi caso me centré en la jurídica y tengo 14 libros publicados, entre ellos uno que ganó el Premio nacional de Ciencias del año 2006.
¿Hubo algunas figuras importantes que hayan salido de su periodo en la academia?
Algunos de los que estuvieron fueron José Félix Fernández Estigarribia, gran internacionalista paraguayo, Luis Enrique Chase Plate, que fue diplomático y embajador además de profesor titular en la clase de Derecho Administrativo, también estaba Juan Carlos Wasmosy, quien llegó a ser Presidente de la República, el doctor Juan Manuel Morales, exministro del TSJE, etc. También hubo casos como los del doctor Manuel Riveros que se fueron a estudiar fuera del país y ya no volvieron. En su caso, partió para aprender sobre física nuclear y como acá en Paraguay no había lugar para eso se quedó en el extranjero.
Les insto a los jóvenes que entren a la academia literaria, incluso a aquellos que no quieren seguir el camino de la literatura
En su caso, ¿tuvo influencia la formación literaria para su posterior carrera?
Definitivamente, la Academia Literaria es algo fundamental para cualquiera que se quiera dedicar a leer y a escribir. Lo introduce a uno en el campo de manera ordenada, no leyendo cualquier cosa, sino que direccionando el conocimiento adecuadamente.
¿Cree que habría que incentivar más a los jóvenes para que participen de la academia?
Yo creo que sí y una de las cosas que estamos haciendo en la Academia de la Lengua, de la que estuve al frente primero ocho años de 2004 a 2012 y después del periodo de Renné Ferrer volví a ser electo, es invitar a todas las demás academias a actos, como por ejemplo ahora en la Feria del Libro invitamos a unos cuantos escritores que van estar en nuestro stand para hablar con todos los interesados.
Marthú Rodríguez Alcalá es una de las más destacadas figuras de las artes plásticas nacionales, exalumna y medalla de oro en nuestra institución hermana, el Colegio Santa Teresa de Jesús, licenciada en Letras, terminó el curso de doctorado de la misma en la Universidad nacional de Asunción y comenzó sus estudios artísticos en Brasil en 1977, realizando su primera exposición en 1982.
En 2015, como un regalo invaluable a la comunidad sanjosiana, realizó una serie de cuadros en placas de porcelana que retrataban todas y cada una de las estaciones del víacrucis de Jesucristo, incluyendo la 15° estación, añadida recientemente por el hoy difunto papa Juan Pablo II.
¿Cuál ha sido su relación con el colegio San José?
Mis hermanos entraron todos allí y posteriormente también mi esposo, debido a eso siempre tuve una especial devoción hacia esa Iglesia y hacia sus directores, sobre todo hacia el padre César Alonso de las Heras, probablemente el más destacado y querido entre ellos. Además, mis hijos fueron todos bautizados en la parroquia.
¿Podría comentarnos algo sobre las obras que donó a la iglesia San José?
La obra más importante que doné es la perteneciente al vía crucis con las 15 estaciones, que antiguamente eran solo 14 hasta que el papa Juan Pablo II, hoy santo, creo la quinceava, debido a que Jesucristo no se quedó en el sepulcro, sino que resucitó al tercer día, momento que se retrata en dicha nueva última estación.
No todas las iglesias tienen esta decimoquinta estación, y acá en el Paraguay solo hay cuatro que cuentan con ella, todas hechas por mí: la primera se encuentra en el Chaco, siendo la capilla privada del Dr. Acevedo, otra en Caacupé, en la casa de la señora Velilla Laconich, otra en la parroquia del Espíritu Santo y finalmente la de la iglesia del San José. Ni siquiera la Catedral cuenta con esta estación.
La obra más importante que doné es la perteneciente al víacrucis con las 15 estaciones
¿Qué la motivó a realizar las mismas?
Yo la verdad que pintaba desde hace 40 años, comencé en el Brasil a aprender a hacer pintura sobre porcelana, que sería mi principal fuerte. Lo que ocurría es que para dicha técnica se necesitan hornos especiales, por lo que cuando estaba de vacaciones no podía pintar ya que no los tenía.
Debido a eso decidí trabajar también sobre tela con las técnicas del óleo, el acrílico y la acuarela, pintando todo lo que había. La primera de las obras referentes a la decimoquinta estación del vía crucis que hice fue la de la capilla del doctor Acevedo en el Chaco. él me pidió dicho trabajo debido a que las estampas que había traído de España para su oratorio se habían humedecido, y me dijo que si las hacía en porcelana las pinturas iban a ser eternas.
Me insistió bastante hasta que luego de 3 o 4 años me decidí a hacerlo, al principio no me animaba porque no estaba acostumbrada a pintar figuras humanas y menos santos, vírgenes, buenos, malos y demás, normalmente pintaba flores o naturaleza muerta. En los 15 cuadros que hice en total hay como 140 personajes, entre ellos Jesucristo, la Virgen, los niños de Jerusalén, etc.
En el caso de la obra que di al San José, es la más grande de todas las que hice, tiene 70×50 y es eterna, no se va a descomponer nunca ni a humedecer. no puedo decir exactamente cuánto tiempo me tomó hacerla, ya que tengo muchos hijos y mi marido siempre estuvo muy ocupado con su trabajo como abogado y en la función pública, y yo le acompañaba siempre recibiendo invitados en mi casa.
¿Qué importancia cree que tiene el arte para la contemplación?
La importancia religiosa me parece, ya que las iglesias deben tener sus viacrucis completos, con la quinceava estación que antes no estaba. En una ocasión, con mi marido fuimos de visita oficial a Lima, Perú, y nos llevaron a una casa que tenía una capilla muy bella. Cuando llegamos empecé a contar las estaciones del víacrucis y solo tenía 14.
Pregunté a las tres señoras que estaban en la casa que había pasado con la quinceava estación, y ellas ni siquiera sabían de ella. Finalmente me dijeron que iban a ir a la iglesia el domingo a reclamarle al cura que una paraguaya les había enseñado que existía una estación más.