Entrevista a Maia Bittar, exalumna de la promoción 2017
Maia Bittar definió el rol del dirigente del MEPCAH como el de estar siempre presente, siendo una mano para los acampados y para quienes apoyan a las actividades del movimiento.
“El dirigente siempre tiene que estar presente”, afirma, mientras nos cuenta su experiencia en el cargo y durante sus años de campamentos y viajes.
Asistí a mi primer campamento cuando estaba en 9° grado (2014). Fuimos a Salto Mbokaruzu, un lugar que me marcó desde el primer día de campamento. Ahí pude encontrar ese lugar que todos anhelan: donde podes ser vos en plenitud.
En el año 2015, en el 2do campamento del año, ascendí a líder. Desde el tercer campamento del año 2015 fui equipo de apoyo. Desde ese año se realizaron 4 campamentos por año; en el año 2016, a través de la votación a inicio de año, fui elegida como dirigente, iniciando así ese rol.
El rol de dirigente va mucho más allá de organizar el campamento y hacer que todos se diviertan. Si bien es una tarea importante, que se realiza en conjunto con el equipo de apoyo, considero que el rol del dirigente es estar pendiente en un 110%, en todo momento, a toda hora y en toda circunstancia.
El dirigente siempre tiene que estar presente; ser un apoyo a los padres que ayudan antes, durante y después del campamento, ser una mano amiga para cada acampado.
Aunque me costaba mucho, porque tenía que hablar frente a todo el campamento y los padres, mi momento preferido era el círculo final de los campamentos, minutos antes de salir rumbo a nuestras casas.
Aun cuando la mayoría de las veces era simpático, estar en círculo, agarrados de las manos sudadas y cantando las canciones que nos enseñaba el profesor Walter, era el momento donde mirabas alrededor y sentías que el MEPCAH era una familia. Yo sentía que todos éramos uno.
En ese instante, podía decir “misión cumplida”. Después de cada campamento, cada círculo final era diferente y emotivo, y una oportunidad de agradecer a todos por estar presentes y formar parte de esa familia tan grande y tan linda.
Desde el primer año que asistí al campamento, el mayor aprendizaje que tuve – de forma personal – fue la autenticidad que podía tener ahí, mostrarme transparente, sin estar importar todas las miradas que tenía a mi alrededor.
Lo que más me emocionaba, siempre, era ver cómo todos los acampados se sentían de la misma forma, sin necesidad de transmitirlo con palabras; se percibía en sus acciones, en su forma de ser dentro del campamento y en la alegría que transmitían. Eso es lo mas lindo que llevo del campamento, el ncontrar un lugar donde puedas demostrar tu autenticidad.
Por otro lado, aprendí que tenemos que animarnos un poco más, a mirar un poco más allá de nuestros limites. Se pueden encontrar cosas que ni siquiera nosotros sabíamos que teníamos; gracias a esa mirada un poco más profunda, encontré que dentro de cada persona existe un liderazgo escondido, se trata de animarse a más para desarrollar ese liderazgo.
Las amistades que uno encuentra ahí son para siempre, y estoy más que segura de que nadie puede decir lo contrario. No importa la edad, todos son familia. El MEPCAH me dio personas incondicionales en mi vida, que hoy, 3 años después de haber terminado el colegio, siguen estando.
Todas las personas que pasaron por el campamento en el tiempo que estuve, me marcaron de alguna forma, con un saludo, con un chiste en la formación, con un abrazo… todos dejan una huella a su manera, así como también yo siento que deje la mia; me acuerdo de que tuve la oportunidad de irme en el año 2018, mi primer campamento como exalumna, nunca me voy a olvidar la forma en que todos venían a saludar, a abrazarnos, me emocionó mucho ese momento.
Y, entre las personas que más destaco, está el equipo con el que trabajé en mi último año de colegio, mis compañeros y los miembros de promociones menores. Me ayudaron a crecer como persona, a buscar siempre lo mejor para los demás, lo importante que es la unidad dentro de un equipo de trabajo, a pesar de las diferencias que pueden haber. Y, lo más importante, a disfrutar cada momento que pasa, los buenos y los malos, y divertirse.
Hoy puedo decir que esas personas me ayudaron y motivaron a ser lo que soy hoy, y a pesar de la distancia son mi familia.
Animarles a participar de este movimiento, siempre hay algo lindo que vas a encontrar ahí. Les invito a irse, son pocos días y son grandes cosas lo que uno vive ahí.
Además de eso, considero una excelente oportunidad para conocer un poco más de nuestro país. No existe un espacio como este (el movimiento) que lleve a conocer el Paraguay con personas del colegio.
Y, a los que ya son miembros, les diría que continúen con este estamento. Personalmente, me di cuenta todo lo que me regaló el MEPCAH cuando terminé el colegio, y hoy agradezco haber aprovechado ese periodo plenamente, sin faltar a ningún campamento, porque todo iba a ser diferente.
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