Promoción 1988
La promoción 1988 hace vida el valor de la amistad y la unidad que perduran con el tiempo, con la frescura de sus comienzos. Y este compañerismo se hace evidente en las infinitas anécdotas, los infinitos recuerdos y las infinitas risas.
“Ser alumno, pasar por el colegio, vivir el San José y ser exalumno”
Leonardo Marchiori
Son muchos años y muchas experiencias, toda una vida, de niño a adolescente; desde haber cursado la primaria por la tarde, cuando la escuelita y el colegio eran solo para unos poco alumnos de la sección tarde, hasta llegar a la secundaria, con ese patio grande, lleno de tantos desconocidos. Y, cuando se juntaron las tres secciones, se descubrieron tantos amigos…
Solamente hoy, después de 32 años de recibido del colegio, con un suegro y tres hijos sanjosianos (dos de ellos exalumnos), sigo entendiendo y descubriendo tantas cosas buenas de ser, con orgullo, “un sanjo”.
Tengo tanto que agradecer a la vida por las enseñanzas aprendidas en el colegio, por seguir disfrutando de un encuentro con compañeros o un encuentro casual, en cualquier lado, con tantos sanjosianos que la vida nos va presentando.
Estoy muy feliz de haber participado y trabajado en algún momento en los diferentes estamentos de esta gran familia, donde pude conocer a gente maravillosa. Y con el pasar del tiempo veo cómo se agranda y se afianza ese vínculo de amistad-hermandad que sigue teniendo como hilo conector, invisible pero indisoluble, el gran hilo sanjosiano.
“Mi querido y amado Colegio San José es vida, es presente y es un orgullo ”
Félix Yegros
No voy a expresarme en tiempo pasado, porque mi querido y amado Colegio San José es vida, es presente y es un orgullo en todos los aspectos de mi vida. Las enseñanzas de los sacerdotes, tanto en lo espiritual como en lo académico, son los pilares que me sostienen hoy y son las herramientas que el desarrollo de la vida te impone usarlas. Sin dudas, la preparación que el colegio me brindó durante 14 años es la satisfacción más grande y por lo cual estoy muy agradecido a mis padres, que han sabido elegir el rumbo escolar que querían para mí y mis hermanos Juan Miguel, Esteban y Diego. Eso mismo quiero para mi hijo Mateo, que hoy está cursando las aulas del colegio.
Mi primer gran orgullo fue desfilar en el 75° aniversario de la fundación del colegio. ¡Que impresionante fue ver esa masa sanjosiana coreando nuestro himno Patria Querida! Desde esa vez, jamás me he olvidado de las letras que trascienden generaciones y levantan el espíritu cuando se las escucha. Hoy disfruto de la vida con mis compañeros exalumnos, somos solidarios, somos grandes deportistas del tercer tiempo, sobre todo, y hermanos para siempre.
Al finalizar quiero dejar un mensaje a los alumnos que hoy están en el colegio: estudien para aprender, valoren y agradezcan siempre a sus padres, sacerdotes y profesores, protejan la tradición del colegio, hagan amistad con menores y mayores, sean solidarios y nunca se olviden de Dios y verán, cuando sean exalumnos, que valió la pena todo el esfuerzo.
“Ser del San José era pasión”
Alejandro Heisecke
Ser del San José es un orgullo. Soy nieto, hijo y hoy padre de sanjosianos. El colegio me dio lo más preciado que uno lleva toda la vida: los amigos incondicionales, sean de nuestra promoción, menores o mayores.
Me enseñó el sentido de pertenencia. Ser del San José era “poner todo” en cada intercolegial, me tocó unos años en los cuales – no dudo en afirmar – todos los otros colegios iban con la consigna de “ganarle al San José”. ¡Ser del San José era esfuerzo en el armado de las recordadas kermeses! ¡Qué pinta metían los perros! Y si estabas en 6° curso, ¡olvidate! La música y el micrófono explotaban. Ser del San José era pasión en los ensayos para los recordados festivales de la canción o en el estudio para los concursos de historia.
Gracias a Dios, fuimos la última promoción con el antiguo currículo de enseñanza, lo que nos permitió haber tenido profesores con mayúsculas, que nos enseñaron el respeto, la dedicación y el esfuerzo, como cualidades indivisibles que hasta hoy nos acompañan. Cumplir tenía su recompensa. No cumplir, también (te presentabas sábado por la mañana).
¡Honremos la historia de nuestro glorioso Colegio de San José!
“El San José representa una parte importante de mi vida”
Luis Rivarola
Hablar del colegio es, sin dudas, recordar los mejores tiempos de mi niñez y juventud; tiempos donde se forjaron amistades que duran hasta hoy en día, que trascendieron las etapas de la vida y que – estoy seguro – llegarán hasta que Dios nos llame.
Veníamos con el método nuevo en la primaria y al llegar a secundaria nos encontramos con el método viejo. Lo que fue un calvario al comienzo, se transformó en un placer con el paso de los cursos. Estudiar latín, filosofía, psicología, historia, cívica, etc., contribuyeron a abrir nuestras mentes ya en esos tiempos. Merece una especial mención el francés con los curas Laguardat, Cano y otros. Fuimos orientados no por profesores, sino por maestros, la mayoría de ellos exalumnos. No solo nos educaron con sus conocimientos, sino sobre todo con su historia de vida.
Hace poco, estando en el colegio para tomar la foto de la portada de esta edición, recordé las vacaciones de estudio; íbamos al colegio con un grupo de compañeros a jugar con los curas Jara y Cano, partidos a muerte, interminables, siendo los arcos las bases de los aros de Básquet.
¡Sin dudas el San José representa una parte importante de mi vida, que me dio los mejores amigos y hermanos que hubiera deseado!
“El espíritu de ser del San José todo encamina”
Manuel Jiménez Gaona
Empecé mis estudios en la ciudad “Puerto Presidente Stroessner”, hoy Ciudad del Este, como los primeros alumnos del San José recién inaugurado. Es decir, teníamos clases en un aula comunitaria, para varios grados. Las paredes de tablas de madera, sin tapa junta. Esto, en época de invierno traía mucho frío y en verano extremo calor. De esa época gané varios amigos, cuando, entonces, mis padres decidieron volver a Asunción.
De ahí en adelante, solo buenos recuerdos, ya que conocí a mis amigos de toda la vida. Hoy, al reunirnos, solo escuchás historias donde hay una constante: la risa.
Las anécdotas son muchas, buenos recuerdos y amigos que quedan para siempre. Cuando uno llega al colegio, trata de sobrevivir, nada más. Pero, una vez dentro, el espíritu de “ser del San José” todo encamina.
“Amistad que perdura a través del tiempo”
Carlos Cáceres
Como muchos otros compañeros exalumnos del colegio, lo que más rescato es la amistad que perdura a través del tiempo. Aún con aquellos que, por diferentes motivos, salieron del país y permanecieron fuera, hasta hoy día mantenemos el contacto a través de la tecnología, y en ocasiones nos vistamos. Creo que es el valor más fuerte e importante que marcó mi vida en el querido San José.
Uno de los momentos más felices durante el colegio fue mi paso por el atletismo, donde con orgullo, en un momento dado, llegué a ser récord nacional en los 1.200m libres, ¡y qué decir de las duras competencias contra otros colegios, en donde en más de una ocasión alcance el puesto número uno!
Agradezco mucho también el esfuerzo hecho por mis padres, quienes no fueron gente de muchos recursos, pero hicieron lo imposible para mantenerme en el querido colegio. También a los queridos profesores y prefectos, personas únicas y respetadas.
“El San José tiene miles de significados”
Luigi Andrada
Nosotros disfrutábamos de todo lo que se hacía en el colegio, de manera muy sana y divertida. Éramos tremendos, pero sin llegar al maltrato, mala educación o grosería con nuestros mayores. A nivel académico, estudiábamos muchísimo, y los padres no se involucraban en las decisiones de la institución; teníamos la responsabilidad de traer buenas tareas, notas, proyectos y resultados.
Para mí, el San José significa historia, con grandes aportes al Paraguay, en hechos y en grandes personalidades que contribuyeron al país; significa orgullo, significa hermanos, recuerdos, espacios, personas, profesores, sacerdotes, etc., que me han ayudado, en gran parte, a ser lo que soy hoy.
Siendo un colegio católico, me inculcó muchos valores: la sensibilidad, para ayudar a quien lo necesite; la gratitud y la responsabilidad para cumplir obligaciones y tomar decisiones, buscando un correcto y comprometido actuar; la honestidad, el respeto, la verdad y la objetividad, tanto en palabras como en actos.
Hasta hoy, sigo muy vinculado al colegio y a sus diferentes estamentos, realizando trabajos editoriales, apoyando eventos o incluso realizando videos con las historias de vida de algunas promociones que festejan el cierre de un ciclo, el egreso del colegio o un aniversario. Todo esto influyó en mi crecimiento profesional, ¡y ni que decir en lo personal, ya que las satisfacciones son inmensas!
“Llevar el título de exalumno del San José es llevar una responsabilidad ”
Diego Wasmosy
El colegio me enseñó, por sobre todo, a ser sencillo, saber que todos somos iguales, que la relación con Lui, el heladero, es igual que la relación con el director del colegio. Me enseñó que un gol hace un jugador, pero que el partido lo gana un equipo (el famoso “el sanjo unido jamás será vencido”). Llevar el título de exalumno del San José es llevar una responsabilidad de buena conducta, éxitos, liderazgo y ejemplo para las futuras generaciones.
Las actividades del Centro de Estudiantes, Acción Católica, y las otras relacionadas, me hicieron ver los roles que uno cumple en la sociedad y el resultado de nuestras acciones. Las elecciones de presidente de curso y Centro de Estudiantes, la organización de los intercolegiales, kermeses, etc. ya generaban un ambiente que viviríamos en un futuro no muy lejano, al salir del colegio.
Recuerdos tengo miles, desde los sándwiches de Julián, a las idas a Don Vito (en hora de clase), las fiestas y pegadas de afiches, el teatro kachia’i, el esperar ansioso la nota bajo el mango, después de rendir, y que la digan en voz alta frente a todos esperando por lo menos un cuatro.
Así mismo, en el campamento del colegio aprendí el respeto, el valor, la solidaridad y la amistad con gente de todos los cursos. A pasarla bien, sin ningún tipo de lujo o comodidad, sino todo lo contrario. Y a saber que lo que importa es con quiénes estás, y no el dónde ni cómo. En pocas palabras, aprendí que la felicidad es algo sencillo que nosotros lo complicamos.
“Una segunda familia”
Juan Sosa
El Colegio de San José me dio la posibilidad de tener una segunda familia, porque los compañeros que fueron parte de mi infancia y adultez me siguen acompañando hasta hoy día. Nunca perdimos el contacto y, por más que la vida nos llevó a cada uno por caminos distintos, eso nunca nos apartó.
Muchos momentos importantes que marcaron mi vida los he vivido a través del colegio, y esas vivencias y enseñanzas tienen un alto valor y contenido para mi vida.