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El campamento del San José tiene más de 50 años de existencia, su historia fue contada a lo largo de los años, por diferentes personas, en diferentes épocas, con un sinfín de anécdotas. Ahora, queremos contar nosotros una historia.
Todavía era oscuro, y los compañeros estaban sumergidos en un breve sueño – ya que solo hacía unas horas desde que la jornada anterior se dio por finalizada -, pero un afinado silbato exigía que los acampados se levanten. A veces, podía ser un clarín. Lo importante era que el sonido fuera, a esa hora, a las 5 de la mañana, lo más estridente posible.
No había tiempo para remolonear o para desentenderse de aquel llamado, porque en el horario ya figuraba a las 5:05 el inicio de media hora de gimnasia, la cual iba dirigida por el Comando Secretario de Deportes.
El tiempo libre del acampado, no le pertenecía enteramente, sino que debían estar a disposición para realizar tareas asignadas según el “criterio” – o capricho – de alguno de los Comandos.
Ya despejados – o “descuereados” – los jóvenes podían pasar a asearse, ordenada y rápidamente, para llegar a tiempo (6:00) a la formación. Mientras se izaba la bandera, se entonaba el himno nacional y el Jefe del Campamento daba algunas palabras de aliento para los grupos a los que repartía las actividades del día.
A las 6:45 se desayunaba. El desayuno era servido por el grupo que aquel día había sido destinado a la cocina, supervisado por el Comando-Intendente. Era momento de tomar la energía que necesitarían para el resto del día.
Terminado el desayuno, iniciaban los trabajos dirigidos por el Jefe Comando de Servicios Técnicos y supervisados por el Jefe de Policía. Las tareas consistían en limpiar y ordenar los dormitorios, limpiar el patio… arreglos generales.
El Jefe de Campamento pasaba revista a las 9:30, antes de dar tiempo para los deportes varios, seguidos por un rato en el lago, al mediodía.
Hambrientos, por los trabajos y el ejercicio físico, una manada de alumnos voraces se acercaba a almorzar lo que el grupo encargado de la cocina había preparado.
El campamento a lo largo de su historia, tenía cosas ya preestablecidas, como los Comandos, los Jefes de Grupos, las instalaciones, ¡los nombres grabados en sus paredes!
Por la tarde, el programa era bastante similar. Un rato de dispersión o de deportes, luego el aseo y baño antes de una segunda formación, a las 18:00hs. Era el momento donde tres acampados eran premiados por haber demostrado valores como “conducta”, “trabajo” y “espíritu de campamento”.
Luego, el Jefe Comando de Cultura daba inicio (18:45, aproximadamente) a conferencias formativas. Duraban una hora, y luego se pasaba a cenar.
Soltando los platos, luego los acampados se reunían alrededor de la cancha de fútbol. Pero ahora no para jugar, sino para rezar juntos el rosario, dirigido por el Capellán.
Luego del recogimiento que se intentaba guardar durante el rezo, tenía lugar la actividad que, tal vez, fuera la preferida de muchos. El fogón.
Cada día, a un grupo le tocaba preparar el fogón y lo que presentarían a los demás acampados. Los Comandos eran quienes decidían si era divertido o no, y dependiendo de esto, se sumaban o no puntos al grupo.
Un cuarto de hora antes de las 23:00hs., silencio.
A las 23:00 h tenía lugar la primera guardia, correspondiente a los grupos elegidos en el día para tal tarea.