Más de un siglo después, la voz de Rerum Novarum sigue llamándonos a mirar el mundo con ojos de fe… y actuar con manos de justicia.
La elección del Papa León XIV ha despertado no solo esperanza, sino también memoria. Al adoptar un nombre poco habitual —y profundamente simbólico— ha reavivado el recuerdo de otro León: León XIII, el pontífice de la modernidad, del diálogo entre fe y razón, y sobre todo, del inicio de la Doctrina Social de la Iglesia.
Uno de sus legados más importantes fue, sin duda, la encíclica Rerum Novarum, publicada el 15 de mayo de 1891. En medio de un mundo convulsionado por la revolución industrial, el surgimiento del capitalismo moderno, las luchas obreras y la amenaza del socialismo radical, León XIII ofreció un texto profético. A más de 130 años de su publicación, sigue siendo un faro que ilumina preguntas urgentes de nuestro tiempo: ¿cómo construir una sociedad justa? ¿Cuál es el rol del trabajo, del capital, del Estado? ¿Cómo conciliar desarrollo económico y dignidad humana?
Ahora que se eligió al Papa León XIV, nuestros ojos vuelven hacia León XIII y su legado social.
En las últimas décadas del siglo XIX, Europa vivía una transformación profunda. La industrialización generaba riqueza, pero también explotaba sin piedad a trabajadores y familias. La jornada laboral superaba las 12 horas diarias, los salarios eran insuficientes, no había leyes laborales ni protección social. Mientras tanto, crecían los movimientos obreros, algunos con propuestas revolucionarias que excluían toda dimensión religiosa.
La Iglesia, hasta entonces, había mantenido cierta distancia del debate económico moderno. Pero León XIII comprendió que era necesario intervenir, no desde la ideología, sino desde el Evangelio. Así nació Rerum Novarum (“De las cosas nuevas”), una carta magna sobre la cuestión social que cambió para siempre la forma en que la Iglesia se relaciona con el mundo del trabajo, la política y la economía.
Muchos de los principios expresados en Rerum Novarum siguen siendo profundamente actuales. El Papa León XIII no solo denunció la miseria de los trabajadores, sino que propuso una vía de equilibrio y justicia social basada en la dignidad humana, el bien común y la solidaridad.
Estos son algunos de sus ejes más importantes:
La dignidad del trabajo: El trabajo no es una mercancía, sino una expresión del ser humano. Tiene un valor espiritual, no solo económico. Por eso, todo trabajador de-be ser tratado con respeto y justicia.
El derecho a un salario justo: León XIII fue claro al afirmar que el salario debe permitir al trabajador sostener a su familia con dignidad. No basta con el “acuerdo libre” entre empleador y empleado si este último se ve obligado a aceptar condiciones injustas por necesidad.
La propiedad privada como derecho y responsabilidad: El Papa defendió el derecho a la propiedad, pero también recordó que esta debe estar al servicio del bien común. La riqueza no puede vivirse como privilegio, sino como misión.
El rol del Estado: Frente al liberalismo extremo y al socialismo radical, Rerum Novarum propuso una tercera vía. El Estado tiene un papel legítimo en la protección de los débiles, la promoción del bienestar y la regulación justa de las relaciones laborales.
El protagonismo de los laicos y de las asociaciones intermedias: León XIII impulsó la organización de gremios, sindicatos y asociaciones cristianas de trabajadores. Fue una apuesta por la participación activa de los laicos en la transformación social.
Aunque el contexto ha cambiado, muchas de las tensiones de la época de Rerum Novarum se repiten hoy bajo nuevas formas: la precarización laboral, la desigualdad creciente, la automatización del trabajo, las migraciones forzadas por razones económicas, la explotación de recursos y personas, y el debate entre economía globalizada y justicia local.
Además, en tiempos donde la cultura del descarte amenaza con reducir al ser humano a cifras de productividad o a estadísticas de consumo, la voz de León XIII sigue recordándonos que el centro de toda economía debe ser la persona. No basta con crecer, hay que incluir, proteger y dignificar.
Rerum Novarum fue también la primera de muchas otras encíclicas sociales: Quadragesimo Anno, Populorum Progressio, Centesimus Annus, Caritas in Veritate, Fratelli Tutti. Todas ellas han desarrollado una línea coherente y profunda que hoy se conoce como la Doctrina Social de la Iglesia. Pero todo comenzó con ese texto pionero, que sigue inspirando a creyentes y no creyentes a buscar un modelo de sociedad más humano y fraterno.
Rerum Novarum no fue solo una respuesta a una crisis social. Fue también una propuesta esperanzadora: que es posible construir una sociedad donde el trabajo dignifique, donde la economía sirva a las personas, donde la fe no se refugie en lo privado, sino que transforme la historia.
En este sentido, la elección del Papa León XIV —un nombre que no escuchábamos desde hace más de un siglo— nos invita a mirar hacia atrás con gratitud y hacia adelante con responsabilidad. Tal vez no se trate solo de una coincidencia histórica, sino de una llamada a volver a lo esencial: a cuidar la justicia, a escuchar a los pobres, a involucrarnos como cristianos en los grandes desafíos sociales de nuestro tiempo.
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