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Esta entrevista, Sebastián Villarejo, presenta la perspectiva sobre el año 2000 en la Academia Literaria, a través de los ojos de Sebastián Villarejo, quien tuvo el honor de ocupar el cargo de presidente durante ese período.
¿Podría compartir hechos significativos que realizó la Academia ese año?
Creo que si bien, son hechos repetidos de cada año, las sesiones apertura y clausura, sumadas a la edición y lanzamiento de la revista “La Estrella”, son de los momentos que uno recuerda con mucha emoción.
En la sesión apertura tuvimos de invitados de honor a Ramiro Domínguez y Diego Marini, en la clausura a Juan María Carrón quien en ese tiempo era el ex Presidente mas antiguo de la Academia; sumemos en ambas sesiones lógicamente el acompañamiento del Padre César Alonso de las Heras quien aun ocasionalmente nos visitaba cuando su salud le permitía. Imaginemos que en ese tiempo, iniciaba su asesoría la querida Profesora Graciela Fanego de Bianchi, quien luego por largos años siguió el camino del Padre Alonso.
La revista la Estrella, ya desde unos años antes, (1996 aproximadamente) era lanzada en formado de libro, y nuestro año no fue la excepción, la hicimos a pulmón entre los miembros, ocupándonos de todo lo necesario para su edición.
En la sesión clausura, es indudable que el momento de juramento de los nuevos académicos, dota de mucho simbolismo al acto.
Reflexionar sobre los hechos durante el año 2000 nos han recordado la importancia de la creatividad, la exploración intelectual y la conexión humana que se encuentra en las páginas de un buen libro.
Experiencias enriquecedoras
Puedo mencionar varias, sumadas a los ya comentados hechos significativos: una sesión con los ex alumnos Delfín Ruiz y Miguel López quienes declamaron con guitarra; las academias conjuntas con otros colegios que realizábamos una vez al mes, los varios debates y por sobre todo cuando algunos miembros presentaban obras que realmente sorprendían por su calidad.
Ahora bien, quiero resaltar una sesión sobre el final del año, donde pedimos al Director que nos permita realizar la sesión en la terraza en lo alto de la torre, esa imagen de todos ahí sesionando, la llevo como un gran recuerdo.
Alguna reflexión
Recuerdo la inspiradora intervención del padre Alonso, quien, aludiendo a la famosa frase “hasta alcanzar la estrella”, nos instó a complementarla con un desafiante “pero ahora!”. Este gesto nos recordó que el compromiso con la cultura y la literatura no es un objetivo distante, sino una realidad palpable que debemos abrazar y nutrir en nuestro presente.
Fue un privilegio para mí, haber tenido el honor de ocupar la presidencia de esta histórica cademia durante un año muy significativo, sobre todo lo aprendido junto a los miembros que trabajaron . ese año desde la mesa directiva Carlos Pfingst como vicepresidente, Gustavo Codas como secretario y Federico Ynsfrán como tesorero.
Que estas memorias sirvan como testimonio del compromiso perpetuo con el arte de la literatura y como inspiración para las generaciones futuras que continuarán enriqueciendo a amada Academia Literaria