R.P. Pedro Chenú

Semblanza de uno de los sacerdotes extraida del libro Historia del San José, del P. Alonso.

El R.P. Pedro Chenú nació en Bayona (Francia) en 1876, hijo de Pedro Chenú, presidente del colegio de abogados de esa ciudad. Tuvo una educación esmerada en el seminario menor de Larresone, luego en el seminario mayor de Bayona.

Completó su formación en la célebre institución de San Sulpicio de París, sin embargo, pronto ingresó en la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram, donde pronunció sus primeros votos religiosos el 10 de septiembre de 1899, los perpetuos en 1902 y fue ordenado sacerdote el 24 de enero de 1904.

Inició su ministerio de educador en el Colegio del Sagrado Corazón de Rosario (R.A.) y muy pronto, en 1905, llegó al colegio de San José de Paraguay, donde desplegó una actividad de gran educador y de pastor espiritual, durante muchos años, hasta 1935.

El Padre Chenú era un tanto desaliñado a veces, algo que su madre le reprochaba: Mais, mon Pierre, soyons distingués! Fue una figura patriarcal y bondadosa, propenso al humor. En ocasión de los 40 años del Colegio, el Padre Saubatte lo retrataba diciendo: “Su dormitorio, un verdadero botánico en que convivían en perfecta armonía desde el vistoso y bien amaestrado guacamayo, la parlanchina cotorrita, la sucia y gritona piririta hasta los perritos, los gatos y chanchitos de la india. En la mesa examinadora, interventores y extraños podían apreciar, juntamente con una intensa dedicación, el arte de enseñar y de hacer aprender”.

El Padre Chenú pasó pues los treinta mejores años de su existencia en el Paraguay, país que amaba con pasión y que le retribuía con gran cariño. En el San José fue uno de los más decididos animadores de todo el quehacer académico, pastoral y hasta socio-político.

Al estallar la guerra mundial de 1914-18, Chenú volvió a su patria de origen y fue soldado de las trincheras conquistando honrosas citaciones. Volvió a su trabajo de excelencia y de rutina y en reconocimiento de sus méritos, el gobierno de Francia lo condecoró con “Les Palmes Accadémiques” así como con el grado de oficial de instrucción Pública.

A fines de 1930, sucediendo al Padre Pucheu, asume la dirección del colegio. Algunos detalles no concluidos aún del colegio se fueron completando, como el mármol de la escalera de la torre, y se codificaron algunos puntos de disciplina para evitar que los alumnos sean sancionados “por un momento de impaciencia o por solo querer asustarlos”. igualmente se establece que la nota de conducta en las reuniones de consenso de cada semana tenga como base la nota del celador de estudio.

Al Padre Chenú le tocó tomar las precauciones necesarias a consecuencia de las hostilidades entre Paraguay y Bolivia. Lo primero que decide es ofrecer los locales del colegio como hospital, si fuera necesario. Se cede también una parte de la quinta para que la Junta de Aprovisionamiento plante lo que le parezca. también le tocó a él la discusión y la aceptación de constituir la capilla del colegio como parroquia, lo que se firmó en junio del 33.

El rectorado del Padre Chenú duró sólo un trienio debido a su salud. Se pensaba fundar un colegio con el Brasil, por lo que el R.P. Chenú fue enviado a Río de Janeiro para los trámites oficiales. Poco tiempo después fue trasladado sucesivamente al Colegio de la inmaculada de Montevideo, a la Capellanía de la iglesia San Juan de Buenos Aires y de nuevo a Montevideo, en cuyo colegio fue vicedirector a la vez que asistía la iglesia de “los Vascos”.

El R.P. Chenú llevaba un mal que le hacía sufrir con frecuencia, pero aun así aceptó varias cátedras y aseguraba predicaciones y confesiones en la iglesia. Se mostró abnegado y sufrido a tal punto que el mismo día de su muerte, soportando su mal, en silencio dio clases, atendió recreos y pasó ratos en el confesionario.

Su fallecimiento ocurrió el 12 de agosto de 1939, causado por un edema de pulmón agudo. El Padre Chenú, juguetón y chistoso se había hecho cada vez más sobrenatural, cuidaba sus lecciones de francés con esmero reconocido por el inspector oficial. “Se fue con los valientes, pues la muerte lo sorprendió de pie en su puesto de servicio “dijo el Padre Moustrou en su carta del 18 de agosto. tuvo piadosos funerales con gran concurrencia. impresionaba el desfile ininterrumpido de laicos, religiosas y sacerdotes; asistieron el Arzobispo Monseñor Aragone y su Coadjuntor. Sus alumnos compraron tres coronas de flores naturales y se cantó una solemne Misa de Réquiem.

Fue grande la repercusión del fallecimiento del querido P. Chenú. Varios diarios de Argentina y del uruguay manifestaron su pesar. El diario nacional La tribuna escribía: “La noticia del fallecimiento del Padre Pedro Chenú produjo hondo pesar no sólo entre los miembros de su congregación sino también en toda la sociedad asuncena, a la que vinculó su nombre por el mérito de sus dotes intelectuales litorales de educador abnegado y de fiel discípulo de Cristo, dedicado, contó el divino maestro, a sembrar el bien en los corazones”.