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Semblanza de uno de los sacerdotes de la historia del San José, extraída del libro del P. Alonso.
Luis Alberto Lima Morra, egresado de la promoción 1960, escribió un artículo donde resalta los principales capítulos de la biografía del P. Marcelino Noutz, el cual compartimos a continuación.
Todo lo que se pueda escribir sobre la biografía y la personalidad del R.P. Alejo Marcelino Noutz, nunca será suficiente para describirlo en toda su grandeza. Sería un despropósito hacerlos en unas pocas líneas, por lo que me limitaré a reseñar algunos aspectos resaltantes de su vida y de las principales características de su genio y carácter.
El P. Noutz nació el 7 de enero de 1892 en Eaux-Chaudes, situado en el suroeste de Francia, donde pasó su niñez. Inicia sus estudios del bachillerato y de seminarista en la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram y los culmina en Bélgica en la ciudad de Lesves. Sus estudios de filosofía y teología los inicia en Tierra Santa, en la ciudad de Belén, donde se radica hasta 1914 cuando a instancia del gobierno turco expulsan a todos los religiosos de la región. De regreso a Europa pasa por Beirut, Damasco, Líbano, luego por Pireo y Atenas en Grecia, desembarcando posteriormente al sur de Italia en Brindisi, llegando a Roma a inicios de 1915. Finalmente se establece en España, donde culmina sus estudios y se ordena sacerdote en Vitoria, en aquel tiempo capital del País Vasco integrándose a la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram.
El P. Noutz llega al Paraguay en el año 1918, acompañado de un grupo de religiosos de su misma congregación. Desde su llegada se dedicó a la educación de la juventud con gran entusiasmo y diligencia.
De vivaz imaginación; en ese tiempo también se dedicaba a cultivar la música y la poesía, con el talento y la pasión con que acometía todas sus actividades, escribiendo sus obras en publicaciones estudiantiles de la época.
Es así que con motivo de una fiesta olímpica organizada por el Colegio de San José, en el local del Parque Caballero y ante la presencia del presidente de la República, de altas autoridades, del Director del Colegio, el Padre Bordenave y los alumnos del colegio, el 12 de octubre de 1923, y en homenaje a ese día, presenta el Himno a la Raza con su letra y con la música de la célebre marcha francesa conocida como La Madelon. Verdadero himno épico, donde la juventud canta a su patria y donde ha puesto de manifiesto, sin ser paraguayo, todo el fervor patriótico que desde la cátedra y con su ejemplo siempre ha transmitido.
Como una visión premonitoria de los acontecimientos que sucederían diez años después, en sus versos menciona:
“Si por desgracia el clarín de las batallas,
Nos llama un día a cumplir el gran deber
Serán allá nuestros pechos las murallas
que detendrán las afrentas a tu ser”
y más adelante:
“El lema del valor…
Que siempre ha de seguir…
La raza paraguaya…
Es “Vencer o morir”.
“Patria querida”, como hoy la conocemos, entonaban nuestros soldados cuando se dirigían al frente de batalla en la Guerra del Chaco, y los ciudadanos en Asunción con motivo de cada batalla ganada. Con el tiempo se convirtió en un himno de combate de la juventud estudiosa y de la sociedad paraguaya en manifestaciones contra los gobiernos despóticos que nos ha tocado vivir, y en un canto de aliento a los equipos nacionales en sus justas deportivas.
Durante la guerra se desempeñó como capellán del Hospital de Sangre “Colegio de San José”.
El Padre Noutz, ha sido un paladín de la democracia y la libertad, crítico acérrimo de los distintos gobiernos dictatoriales que se sucedieron después de la Guerra del Chaco, denunciando siempre los excesos contra los derechos humanos, motivo por el cual, poco después de terminada la contienda conoció los sinsabores del exilio.
De vuelta a su segunda patria siguió enseñando. Nuestra promoción (1960), tuvo el privilegio de tenerlo como profesor, inicialmente cuando cursábamos el quinto curso, con la asignatura Raíces Griegas y Latinas, probablemente la asignatura más árida de toda la secundaria. Sin embargo, con esa calidad humana y con esa mística docente que lo caracterizaba no solamente nos introdujo con entusiasmo en los orígenes de las millares de palabras que componen nuestro idioma y que derivan de estas dos lenguas ya en desuso, sino también nos inculcaba principios de convivencia cívica y fundamentos de vida democrática hablándonos de justicia, derechos humanos, respeto y solidaridad.
Ya en el sexto curso a través de la Historia del Paraguay, nos hizo entender y comprender cómo se vino gestando y conformando la nación paraguaya; cómo los diferentes acontecimientos a través de su historia han incidido ya sea en el atraso, ya sea en el crecimiento y desarrollo de nuestro país, siempre aprovechando cada ocasión para inculcarnos los valores de libertad y democracia, transmitiéndonos esos sentimientos patrióticos de continuidad y pertenencia.
Y en la Historia Universal, esa compilación de toda la historia de la humanidad, no se limitaba a describir los hechos acaecidos a lo largo de la misma, sino, contextualizándolos, nos invitaba a reflexionar del porque habían ocurrido y que consecuencias posteriores acarrearon esos sucesos.
Él no se limitaba solo a enseñar, fue también historiador, y en tal sentido, miembro de número del Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas.
Formamos parte de una de las últimas generaciones que fueron sus alumnos. En efecto, pocos años después de haberlo tenido como profesor entregaba su alma al señor en la mañana lluviosa del 2 de marzo de 1963.
Hoy nos congrega este homenaje que en su memoria lo estamos realizando. Sea esta semblanza una muestra de nuestra admiración y respeto. En un intento de síntesis, se puede resumir en dos palabras toda la grandeza de un sacerdote que hizo del Paraguay su segunda patria. Probo: Por su integridad moral, por ese darse con amor reconfortando a los enfermos, por sus virtudes ciudadanas, por su honestidad de pensamiento, por su inflexible rectitud, por su honradez en el obrar, por haber sabido vivir sus valores y transmitirlo con su ejemplo. Y culto: Por su erudición, que abarcaba varias ramas del saber; por el cultivo que hizo de las artes, más específicamente en la música y en la poesía; por haber sabido escudriñar en el pasado interpretando las grandes lecciones que nos brinda la historia y haber sabido trasmitirla a nosotros sus alumnos.
Por todo tu legado, Reverendo Padre Noutz, Maestro de Juventudes, orgullosos de haber sido tus alumnos, venimos hoy a ofrecerte, como reconocimiento, este sencillo pero para nosotros emotivo homenaje y decirte, alzando los ojos al cielo: Tu ejemplo perdurará siempre en nuestras memorias y en nuestros corazones. ¡Muchas gracias!