Categorias: Iglesia

R.P. Cipriano Oxibar

Semblanza de uno de los sacerdotes de la historia del San José, extraída del libro del Padre Cesar Alonso de las Heras

El P. Oxíbar pertenecía a una de esas familias increíbles hoy, con muchos hijos, doce, la mitad de ellos consagrados a Dios. Familia vasca, de Comou-cihique (pirineos atlánticos), profundamente religiosa, inculcado roa de los principios esenciales al hombre.

Tres de sus miembros fueron sacerdotes de Bétharram, uno misionero en China, otro educador en Argentina y España, otro hermano de Ploermell, dos hijas de la Cruz, y Cipriano, gran educador también en Argentina y Paraguay.

Alumno de secundaria, el adolescente Cipriano acepta el exilio para terminar su bachillerato en Lesves (Bélgica). Novicio y seminarista mayor lo encontramos en Belén, muy estudioso, tomando numerosos apuntes, estudiando todo lo que ese lugar privilegiado podía ofrecer, como el estudio del hebreo para mejor interpretar la Sagrada Escritura.

Allí fue ordenado sacerdote el 7 de julio de 1912 y su primer destino fue el Colegio de Bétharram, donde solo permaneció un año. En 1913 llega al Paraguay, donde quedará hasta 1932, dando pruebas de su gran competencia y responsabilidad de educador. Es destinado al San José de Buenos Aires donde quedará cinco años, enseñando literatura y aprovechando cuanto pudo de la imponente biblioteca de ese colegio. Regresa a Paraguay el año de 1937. En 1941 asume la dirección de este San José hasta el 47, fecha en que se traslada al estudiantado de Adrogué (provincia de Buenos Aires), tan solo un año, siendo después afectado hasta su muerte, en 1976, a la Capellanía de la iglesia y Convento de San Juan (Alsina y Piedras).

Allí estuvo siempre al servicio de sacerdotes y fieles, además de la sabia conducción espiritual de la Comunidad de Clarisas. Algún exalumno acudía a saludarlo, a pedirle consejo, como Arturo Bray, que lo hacía muchos domingos.

Durante casi treinta años vivirá el P. Oxíbar una vida silenciosa y recoleta como le gustaba a él. Pero no fue solo de oración. Su espíritu intelectual seguía nutriéndose y desarrollándose, haciendo de él una biblioteca viva. Con una memoria verdaderamente extraordinaria, al P. Oxíbar se podía acudir en busca de datos literarios, históricos o espirituales: quedaba uno cabalmente informado. Pero fue humilde hasta el fin de su vida.

Sus exalumnos recuerdan bien la precisión de sus citas, la seguridad de sus afirmaciones. Dejó muchas anotaciones, lastimosamente con lápiz y menudísima letra. Parecía querer pasar inadvertido: “un santo debajo de la escalera”, lo definió un hermano suyo. Escondido en su virtud y escondido en su brillante inteligencia. No le impedía, sin embargo, plantarse cuando era preciso, como la dedicación que empeñó para proporcionar un local propio a los exalumnos, cuando alguien parecía cercenarle sus atribuciones de director del colegio. En ocasiones “grandes”, él, que parecía titubear por discreción, afirmaba su personalidad y discurso académico, que no dejaba resquicio a la crítica.

Impresionante fue su discurso, frente a las más altas autoridades, cuando agradeció al gobierno la medalla del reconocimiento por los servicios durante la Guerra del Chaco. El P. Oxíbar desarrolló una extensa y hermosa apología de cuánto el San José había hecho por el Paraguay.

El 31 de diciembre de 1975 se empezaron a notar en él del mal que le llevaría: tumor intestinal. Recibe con gozo la unción de los enfermos; con mucha paz el anuncio de que la medicina se siente impotente; el rosario era su inseparable compañía, a rezarlo invita a los que acuden a visitarlo. Fallece el 26, lunes, y el 27, después de la misa de cuerpo presente, llena la iglesia, con Mons. Bozolli, auxiliar de Bs.As. y quince sacerdotes, llevan sus restos al cementerio de la Chacarita.

En el año 42, Tirso Peña, alumno del 5º curso así escribía al P. Oxíbar: “Al ser nombrado director, dirigióse al puesto con el alma ansiosa de sacrificio y de lucha. Con asombro, ya no es el hombre recluido en su aposento donde estudia y cavila. Es un hombre lleno de inusitada actividad, jefe sereno que con vigoroso pulso dirige el timón de su gobierno. A cada uno deja algo de su saber; su palabra llena de experiencia fluye rítmica, animada por su típico movimiento de brazos”. (Estrella, 1942).

Compartir

Ultimas entradas

El Protocolo Familiar como un proceso

Articulo elaborado por Marcelo Codas Cuando una familia se acerca a un consultor en relación… Leer más

3 semanas hace

Creamos espacios que impactan

Cecilia Valiente Maluf, arquitecta y cofundadora del Estudio de Arquitectura Lumière, comparte su visión, experiencias… Leer más

3 semanas hace

Construir justicia es construir humanidad.

El Dr. Carlos González Morel, abogado, notario y vicedecano de la Facultad de Derecho y… Leer más

4 semanas hace

No perder la esperanza cuando el panorama se ve gris

Cuando el horizonte parece nublado y la esperanza parece desvanecerse, recurrir a principios espirituales puede… Leer más

4 semanas hace

Invertir en infraestructura: Un pilar para el desarrollo de Paraguay

La Cámara Paraguaya de la Construcción (Capaco) ha subrayado la urgente necesidad de que Paraguay… Leer más

1 mes hace

Innovación y excelencia jurídica

Con más de dos décadas de trayectoria, Arias, García y Asociados se ha convertido en… Leer más

1 mes hace

Esta web utiliza cookies

Leer mas