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Fuente: Catholic-Link.com
Cuando uno tiene hijos pequeños y los domingos se prepara para ir a misa, no falta el reclamo que suena con toda la fuerza de unos pulmones jóvenes y recién estrenados: ¿por qué tengo que ir a misa los domingos?
Y dependiendo de la edad, puede seguir algún tipo de escena que involucre gritos y lágrimas. Es verdad, para algunos pequeños, ir a misa puede ser un evento que no se entienda muy bien. Dependiendo de una serie de factores, además, también puede parecer algo aburrido.
Es verdad, para algunos pequeños, ir a misa puede ser un evento que no se entienda muy bien. Dependiendo de una serie de factores, además, también puede parecer algo aburrido.
Pero esto no pasa solo con los pequeños, ¿Cuántas veces nosotros mismos hemos caído en este pensamiento? No sabemos muy bien el por qué y ni siquiera conocemos las consecuencias de esta falta. Si nos vamos de viaje, planeamos todas las vacaciones y por supuesto la misa no se considera, total, son vacaciones. Si salí hasta muy tarde el sábado y estoy extremadamente cansado, tampoco voy a misa, total no pasa nada. Dios sabe que lo quiero, ir a misa es cuestión de los hombres. La hermana Darisbell María, religiosa perteneciente a las Comunicadoras
Eucarísticas del Padre celestial (Cali-Colombia) nos compartía hace un tiempo atrás algunos puntos para entender mejor el por qué de la misa. Ella nos decía «tener una vida sacramental constante y activa, para algunas personas resulta una meta bastante costosa al principio». Y aquí creo que vale añadir, que al principio no solo significa cuando vamos a misa por primera vez, sino cuando nuestro corazón aún es un niño que no comprende bien el sentido de amar a Dios. ¡Es pecado mortal no ir! Vamos por amor y no por temor.
Sí, es pecado grave no ir. Y lo colocamos así de explícito porque muchas veces no conocemos esto, o pensamos que no pasa absolutamente nada. Pero a la vez es importante, como nos decía la Hna. Darisbel, «Partir de la realidad de que en la misa recibiremos la palabra de Dios y sus bendiciones para toda la semana.
Ir a misa es un acto de amor y no un acto que se hace por temor
Porque un domingo sin misa es una semana sin gracia divina, y si dejamos de asistir un domingo, es como si le dijéramos a Dios que no lo necesitamos. Solos no podemos con las cargas de la vida cotidiana y sin su fuerza y guía, sucumbimos en medio de las tempestades. La misa es una acción de gracias llena de beneficios para nuestra alma. Por qué si Jesús no dice que vaya a misa entonces es pecado.
Entiendo que el pecado es una ruptura, es decir, una negativa por la que optamos, entendamos que el ir a misa es un acto de amor y no un acto que se hace por temor. Ahora bien, recordemos que nuestra fe no solo tiene como base las Escrituras, es decir la Biblia, sino también la tradición, el magisterio de la Iglesia. Los católicos, además de los Diez Mandamientos que resumen la ley natural y que son válidos para todos los hombres, tenemos otras obligaciones específicas por serlo.
Estas obligaciones están resumidas en cinco Mandamientos de la Iglesia: Ir a misa todos los domingos y fiestas de precepto, confesar los pecados mortales al menos una vez al año, en peligro de muerte, y si se ha de comulgar, comulgar por Pascua de Resurrección, ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia y ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Nuevamente todas estas obligaciones nacen del amor y de la necesidad de manifestarlo con actos concretos, que a la vez nos ayudan a crecer en él. ¿Y si voy a misa tengo que comulgar todos los domingos?.
Si bien ir a misa todos los domingos es un mandato de amor de la Iglesia, con la comunión es distinto. En primer lugar necesitamos entender que se trata del alimento de nuestra alma, que es el cuerpo de Dios y para recibirlo, necesitamos estar correctamente preparados. No podemos caer en el error de recibir de una manera ligera la comunión, ni banalizarla. Necesitamos estar reconciliados (haber participado del sacramento de la reconciliación) y con el corazón dispuesto a recibirlo. Esta es una actitud libre y personal por lo que la Iglesia pide solamente una comunión mínima obligatoria en domingo de resurección, origen y centro de la liturgia cristiana. Cabe resaltar que cuando uno ama no puede esperar sino estar con el amado.
Es recomendable la comunión frecuente y participar de los sacramentos para estar unidos a Cristo. Da sentido a toda la semana y es un descanso que el alma necesita.
El Papa Francisco nos dice que la misa «Da sentido a toda la semana y nos recuerda también, con el descanso de nuestras ocupaciones, que no somos esclavos sino hijos de un Padre que nos invita constantemente a poner la esperanza en Él». Ir a misa es pues, una necesidad del alma que anhela el encuentro con Dios. No basta con la simple afirmación: soy bueno y no hago mal a nadie. Cuando se ama, se hacen actos de amor por el amado.
Faltar a misa
Es cierto que el domingo lo tomamos como un tiempo familiar, de descanso, pero también de actividad social. Muchas veces ponemos estas actividades como excusa, pero sepamos que los únicos excusados a no ir a misa son los que tienes razones verdaderas de peso para no ir: los enfermos, discapacitados que no tengan cómo ir, personas que estén al cuidado de niños muy pequeños y que no puedan salir, por ejemplo una madre que recién ha dado a luz.
También hay personas que no pueden ir a misa por la triste razón de no contar con un sacerdote que pueda celebrar la misa o lugares en los que ni siquiera hay una iglesia. Para estas personas es siempre un alivio y un alimento para el alma leer las lecturas del Evangelio diario. Así pues, entendiendo la necesidad de ir los domingos a misa y entendiendo también las costumbres y hábitos que cada uno tiene, la Hna. Darisbel nos da un par de consejos que son de mucha ayuda para lograr ir a misa todos los domingos: Realiza con antelación todo tipo de actividades que puedan quitar la disposición de asistir a la Iglesia.
En los días domingo, como tiempo de compartir familiar y social, se pueden presentar las tentaciones de hacer todo tipo de actividades como compras, asistencias a centros comerciales, etc. y (en algunos casos incluso trabajar) que pueden envolver la mente y la voluntad y hacer que olvidemos que el primer lugar lo tiene Dios. Hay que cuidar que las dispersiones y distracciones del mundo no nos envuelvan como a la semilla de la parábola del sembrador, que cayó entre abrojos y esos abrojos las ahogaron (Mt 13, 7). ¡El domingo debe girar en torno a Dios! Asiste a misa a primeras horas de la mañana.
Se puede tener la conciencia de la importancia de asistir a misa dominical, como precepto y culto debido a Dios, pero aun así, hay que evitar dejarla como última actividad del domingo. Por ejemplo, en los casos de que frecuentemente organices paseos al campo, playa, piscina, etc., ya que puedes regresar muy cansado y tener la tentación de no ir, o vivir la angustia de no llegar a tiempo a la Santa Eucaristía de la tarde, debido a algún percance que te suceda en el camino de vuelta de tu paseo.
También te puede suceder que el tiempo se te vaya en observar eventos deportivos, películas o alguna visita «sorpresa» a tu hogar. Además existen zonas y lugares donde se realizan solo una misa, o dos como máximo, y por eso hay que dar la prioridad a la participación del sacrificio eucarístico, antes de otras actividades que son sanas y de esparcimiento familiar. costumbres y hábitos que cada uno tiene.