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Entrevista a Oscar Sanabria Martínez, profesor del Colegio de San José
El profesor Óscar Sanabria Martínez cumple casi tres décadas como docente en el colegio San José. Treinta años en los que no solo ha enseñado, sino que, a la par, ha aprendido de sus colegas, alumnos, y del “espíritu sanjosiano”.
Este año es el año de la jubilación del profesor Sanabria, por lo cual decidimos entrevistarlo, para escuchar qué se lleva de tantos años vividos y tantas experiencias compartidas en el San José.
¿Podría hablarnos de su historia en el San José y como profesor?
Más que historia, pasado y presente, diría yo. Tuve el privilegio y la responsabilidad de formar parte del plantel de profesores del colegio de San José desde 1992, hasta la fecha.
Digo privilegio, porque es un honor formar parte de una institución de mucha historia y tradición. Y responsabilidad, porque es un gran desafío ser docente del Colegio de San José. Eso implica preparación, capacitación y, por sobre todo, vocación y el espíritu sanjosiano.
Sentí que este era mi lugar, donde podía decir “aquí estoy, Señor, para hacer Tu Voluntad”, como dijo San Miguel.
¿Cuál cree que es el aprendizaje que Ud. se lleva, de estos años como docente?
Fueron muchos aprendizajes, antes, ahora y mañana. Diría siempre. Pero, entre todos, resalto: trabajar en equipo, aprendiendo a escuchar a todos; respetar la opinión ajena y tener la libertad de opinar, aun sabiendo que el otro – u otros – pueden no estar de acuerdo. Buscar siempre la verdad, porque, como decía Jesús, “la verdad os hará libres”. Y, quien busca la verdad, consciente o inconscientemente, busca a Dios.
Enseñar no es solo transmitir conocimientos. Es también formar personas, con principios y valores. Y esto solo se logra con el ejemplo y el testimonio de vida.
¿Qué consejo dejaría a sus colegas y a los futuros docentes, para enseñar manteniendo vivo el espíritu sanjosiano?
Enseñar no es solo transmitir conocimientos. Es también formar personas, con principios y valores. Y esto solo se logra con el ejemplo y el testimonio de vida.
Para enseñar en el Colegio de San José, no es suficiente tener un título académico; hay que tener vocación, principios, valores y el espíritu sanjosiano, y vivenciarlos.
A la hora de jubilarse, ¿cuál cree que ha sido la mayor gratificación, de su tiempo en el San José?
La mayor de todas las gratificaciones de un docente, ha sido, es y serán los logros obtenidos por los alumnos. No solamente logros académicos, sino también los que denotan la calidad de los alumnos: honestidad, responsabilidad, respeto y solidaridad.
El triunfo, entonces, no es solo del alumno; es también un triunfo de todo un equipo. Pero lo interesante es que el alumno se sienta – y lo diga – agradecido porque durante todo el proceso educativo lo corrigieron, motivaron y animaron para llegar a la meta.
¿Algo más que quiera añadir o un mensaje final que quiera compartir con la comunidad educativa?
La convivencia de todos estos años – con alumnos de las promociones desde 1992 hasta 2021 – me ha hecho descubrir que esta era la oportunidad que Dios me daba para aprender a amar. En esto que no es puro sentimentalismo, quiero hacer mías las palabras de un gran escritor: “no estamos en este mundo para enriquecernos, para conquistar el poder, para crear una gran empresa, ni realizar grandes cosas en cualquier aspecto de la vida. Todas o algunas de estas cosas pueden estar entre nuestros deberes y quizás ocupen todo nuestro tiempo, pero en medio de nuestras ocupaciones, el verdadero propósito de la vida, aquello por lo cual debemos luchar, el trabajo que debe ir unido a nuestras experiencias, es aprender a amar y crecer en el amor».
Es tiempo de trabajar juntos y fortalecer la unidad, aunque no tengamos los mismos pensamientos. Doy gracias a Dios y a mis queridos alumnos, por permitirme formar parte de sus vidas.