Compartir
Entrevista a Francisco Pecci Manzoni, exalumno de la promoción 1956
Cada comisión directiva de la APAC – así como sucede en cualquier organización – tiene consigo una porción de la historia de la entidad. En esta oportunidad conversamos con uno de los primeros presidentes del estamento que reúne a los padres que quieren involucrarse en la formación y desarrollo de sus hijos: el Abog. Francisco Pecci Manzoni.
¿Puede hablarnos de la situación que tuvo lugar para que ocupase la presidencia?
Mis inicios, con mi esposa Ma. Celsa Albertini, en la APAC data de 1982, cuando el mayor de mis hijos estaba en jardín. En 1982 y 1983 fuimos electos delegados del jardín B. En la asamblea de delegados fuimos electos integrantes de la primera directiva de la APAC San José, como síndicos. Posteriormente, en 1984 y 1985 fuimos electos como matrimonio presidente, pero a raíz de una coyuntura que algunos podrán recordar: en las elecciones democráticamente realizadas, triunfó el matrimonio de Ernesto Wasmosy Monti con Dora Smith. Este declinó diciendo que no tenía tiempo y solicitaba que yo, quien había quedado en segundo lugar, ocupase la presidencia. Me opuse, para que no ocupase el lugar simplemente por ser el segundo; pedí una nueva votación, para que decidieran libremente a quien haría cabeza. Ahí fui electo por unanimidad.
¿Cuáles fueron los principales ejes de trabajo de su periodo?
Pablo Ruggero, un hombre extraordinario para la APAC, junto a su esposa Tona zarza, ocuparon el segundo periodo directivo de la asociación, sucediendo al primer presidente, Atilio R. Fernández. Al cederme el mando, el consejo que Ruggero me dio fue, por sobre todo, enfocar todo en favor del deporte en el colegio, desde el primer curso de jardín hasta el bachillerato. Eso estaba (casi) “muerto”, según declaró el arquitecto, utilizando otras palabras. También me solicitó trabajar en la parte jurídica, en los estatutos. Esos fueron los ejes fundamentales durante nuestra época.
¿Cómo se dio ese impulso a lo deportivo?
Se realizaron olimpiadas importantes, no solo dando énfasis a un deporte, sino a muchos de ellos; se hacía atletismo, natación, etc.
¿Cómo se dio el relacionamiento con los padres y alumnos?
En las reuniones se tenía en cuenta la necesidad de llegar a los padres, a través de lo que se llamó “Escuela de padres”. Se hacían encuentros, a los que concurrían muchos padres, donde se discutía la necesidad que nosotros veíamos de transmitir buenos valores a los hijos. A través de nuestras amistades y actividades se tenía un mayor acercamiento y vinculación entre padres, y los alumnos también tenían mayor relación con los amigos de sus padres, a quienes reconocían y podían acudir ante cualquier situación negativa. Los delegados eran quienes estaban más de cerca, pero siempre hubo acompañamiento de los demás padres que acudían a los eventos, kermesses, comilonas, desfiles, a todo lo que se organizaba.
¿Y con otros estamentos?
El relacionamiento con el colegio fue excelente, fungía como director el P. Ignacio Gogorza, gran hombre a quien admiro como sacerdote. También trabajamos con el P. Sosa y el P. Miguel Martin, y otras autoridades. Hubo menos relacionamiento con la Asociación de Exalumnos porque, naturalmente, era otro mundo; al ser exalumnos, a no ser que tuvieran hijos en el colegio, ya no tenían tanto vínculo con la APAC.
Intentar inculcar buenos valores a los chicos, para que crezcan como personas honestas
¿Cuál era la principal preocupación de la asociación?
La formación integral, de lo humano, intentar inculcar buenos valores a los chicos, para que crecieran como personas honestas. Queríamos que los egresados de este gran colegio fueran personas válidas para la sociedad.
Creo que esa fue una tarea que también persistió en los matrimonios directivos subsiguientes. Esto debido a que había que dirigirse a los alumnos durante una etapa de crecimiento difícil para ellos.
¿Puede comentarnos sobre algunas de las actividades que realizaron?
Hacíamos publicaciones, aunque no contábamos con la tecnología que existe hoy día. Todo era a máquina de escribir, fotocopiando, circulando, etc. Fue un trabajo inmenso, pero que desempeñamos con gran alegría.
También, después de las reuniones, teníamos cenas en las que comentábamos el trabajo realizado, lo que quedaba pendiente, etc.
Organizamos kermesses, que producían ingresos económicos importantes para solventar los demás eventos y trabajos. y estaba el aspecto deportivo, que ya comenté.
¿Algo que quiera añadir?
Los tiempos van cambiando, por un lado, tenemos una tecnología más avanzada que nos permite ganar en rapidez – hoy día en minutos puede hacerse un aviso que anteriormente demoraba más tiempo y esfuerzos-, pero al mismo tiempo, hay, irónicamente, menos tiempo en general y mayores distancias. Creo que esto moldea la gestión que puede hacerse desde la APAC.
También creo que la disciplina sufrió ciertos cambios. Por ejemplo, recuerdo de mi época de presidente, unos cinco alumnos de último curso tiraron unos petardos frente a Las Teresas, y como castigo fueron suspendidos y debían rendir exámenes finales en otra institución. Los padres de los afectados me solicitaron intervenir por ellos ante el director. Acudí entonces al P. Gogorza, argumentando el error que cometieron los alumnos en cuestión. Me dijo: “Te felicito, por tu preocupación por ellos (los alumnos). Pero no podemos dejar de sancionar. No pueden seguir en el colegio”. Demostró ser un hombre criterioso.
Finalmente, cito algunos nombres de personas que trabajaron de cerca con nosotros, en el periodo en que nos tocó la dirigencia: Niti Monti de Barriocanal, Pilita Rodríguez de Pederzani, Nadine Bazzaz, Horacio Galeano Perrone, Richard Kent y su esposa, había gente que surgía de los delegados de todos los grados y cursos, se trabajaba muy bien. Debo destacar la gran actuación de la señora Flora Bazzas de Coronel, desde hace más de treinta años trabaja esta extraordinaria mujer. En todo momento nos atendió de maravillas, era una heroína. Los presidentes que vinieron luego, Brunetti, Llamosa, Angulo, Marcelo Codas Frontanilla, y los que recuerdo, debieron haber seguido la misma línea de trabajo que dejamos.