Entrevista a Marcos Nunes, exalumno de la promoción de 1984
“Si tuviese que resumir lo que es el San José Rugby Club y el Colegio San José, sería: felicidad, ¡máxima felicidad!”, afirma Marcos Nunes, y hay poco que podríamos añadir como introducción, luego de esta declaración. En esta nota, él nos cuenta su experiencia como rugbier, como amante de este deporte, como entrenador, como dirigente, como sanjosiano.
Cuando comencé a jugar rugby, grandes entrenadores nos decían que el rugby no solo es un deporte, sino es un estilo de vida. Siempre se dijo que el rugby es un estilo de vida y que sus valores fundamentales deben ser respetados para poder entender la esencia misma de este deporte.
Gracias a Dios tuve la oportunidad de tener enormes entrenadores, no solo por sus conocimientos en cuanto al rugby y su pasión por transmitir sus conocimientos, sino por el don de gente que tenían.
Creo sin temor a equivocarme que el Rugby en mi vida es mi forma de ser. La educación la recibí en mi casa y en el colegio, pero mi forma de ser y mis principios los recibí de este hermoso deporte.
La primera gira con la selección paraguaya a Sudáfrica en el año 1989 y jugar un test contra los juniors Sprimbocks. Esta fue la primera y única gira que hizo un seleccionado paraguayo. Fuimos invitados y jugamos una serie de partidos increíbles contra las selecciones provinciales de Sudáfrica.
Creo, sin temor a equivocame que esa gira marcó un antes y un después en nuestro deporte.
El otro hecho que creo fue histórico para el rugby nacional y del que fui participe fue el segundo campeonato mundial en la categoría B en forma consecutiva, eso fue en el año 1993 donde tuve la oportunidad de ser parte del staff de entrenadores de esa selección. El campeonato se realizó al norte de Francia y la final jugamos contra Bélgica.
Los valores del rugby son: integridad, pasión, solidaridad, disciplina y respeto. Hay muchos otros, pero estos son los que nosotros debemos llevar como estandarte. Nos los enseñan desde chicos y que todo entrenador debe enseñar a sus dirigidos. La esencia misma del juego y las leyes de este deporte están basadas en estos principios.
Comencé a jugar en el año 1977 de la mano de un vecino mío, Raul Fernandez (promoción 1982 del colegio). Me llevó a la quinta de colegio un sábado, cuando estaba entrenado un grupo de compañeros míos de la sección C (yo era del B).
Desde el primer entrenamiento, me enamoré de este deporte; era fuerte y hasta violento, pero nunca había mala intención entre los que jugábamos. Si te caías, un compañero te levantaba. Corríamos sin parar por más de una hora. Nos divertíamos muchísimo y la quinta del colegio era como nuestra segunda casa.
Desde ese sábado de 1977 estuve y estoy ligado al club, al principio como jugador, luego entrenador y dirigente.
Con el colegio tuve la oportunidad de viajar a Bs.As. para unos juegos, y nos alojamos en las instalaciones del Colegio San Jose de Bs.As. Fue increíble pasar por esa experiencia.
Gracias a Dios sigo ligado a este deporte. Hasta el año 2018 fui entrenador de la primera división del club, el año pasado estuve como entrenador de la selección paraguaya de rugby en las divisiones M20 y M19, competimos en los sudamericanos M20 en Paraguay y M19 en Montevideo donde logramos la clasificación a otros torneos.
Tengo la felicidad de que a mi esposa le encanta el rugby y ella me acompaña en todo. Desde la época en que éramos novios para organizar los “terceros tiempos” hasta ahora, siempre está.
Todos mis hijos llegaron a jugar en algún momento, algunos en infantiles y otros siguen hasta la 1ª del club.
No me veo fuera del rugby, creo firmemente que se puede aportar desde cualquier lugar para que este hermoso deporte siga creciendo.
Es imposible pensar separar al club San José del Colegio San José. El club nació en colegio, primero como colegio participando en intercolegiales y luego – cuando se recibieron varios alumnos y decidieron seguir jugando- como club, pero nunca se desprendió del colegio. No se puede concebir al club como algo distanciado del colegio o de la Asociación de Exalumnos, porque muchos de los valores que recibimos en el colegio son los mismos que el rugby nos enseña.
En el año 1978 y 79 entrenamos a la tarde en el patio de mayores del colegio y corríamos por las escaleras que llevaban a las piezas de los padres. Fueron épocas mágicas donde sonaba el grito del padre Sosa para callarnos o cuando el padre Jara nos apagaba la luz para que nos vayamos a nuestra casa, lo que significaba el fin de un día.
Siempre fuimos parte del colegio y en los intercolegiales nos desvivíamos por representar los colores del colegio.
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