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Entrevista a PLÁCIDO PAREDES, fotógrafo del colegio.
Este año, Paredes, como lo conocemos, cumple 55 años trabajando con el colegio. En esta entrevista cuenta cómo se inició en esta tarea y lo más valioso que se lleva consigo de todo este periodo.
¿Cómo empezó a trabajar con el colegio?
En realidad, llegué de pura casualidad. Fui simplemente para cubrir un evento de dos chiquitos de preescolar. En aquella época era muy diferente, los fotógrafos sacábamos las fotos solamente cuando alguien nos pedía, ahora se saca todo y después vemos que hacemos.
Las familias se me acercaban, me pedían que saque la foto y después me pasaban la dirección de sus casas para ir a dársela. Aquel día me había quedado una fotografía de una persona que no me dio su dirección, por lo que vine a la secretaría del colegio con la imagen a preguntar si me podía dar el nombre o el teléfono.
La secretaria tardó un poco en volver y cuando lo hizo me dijo que me iban a dar los datos pero que el director quería hablar conmigo, por lo que fui al despacho del padre Jesús María Huarte. Él me preguntó si era fotógrafo, considerando que yo tenía la misma edad que los chicos del por entonces sexto curso.
Yo le respondí “si, Padre. Yo vivo de eso”, entonces me preguntó si quería ir a tomar fotografía dentro del colegio, le dije que sí y me pidió que dejara mi número de teléfono y mi dirección en la secretaría, diciéndome que se me iba a llamar. Pasó una semana hasta que finalmente recibí el llamado en el que se me decía cuándo y a qué hora debía presentarme.
Me presenté el día que me dijeron y me encargaron sacar en un día todas las fotos desde preescolar hasta sexto curso. La disciplina de los chicos era totalmente otra, impresionante.
Yo en un principio pensé que me contrataron solo para esa ocasión, por lo que cuando fui a presentar las fotos reveladas y me dijeron “vení dentro de ocho días” pensé que me iban a abonar nada más.
No obstante, cuando fui una semana después en realidad me terminaron pidiendo la cantidad exacta de copias para cada una de las fotos que saqué, así que fui a la casa de fotografía donde trabajaba y le dije a mi jefe para hacerlas, pero él me dijo que no, debido a que le comenté que las iban a pagar después de hechas.
Yo pensaba que tenía que terminar lo que me pidieron por lo que aprovechando que trabajaba bien por suerte, junté mi dinerito y me decidí a pagar los materiales para las copias. Una vez que fui a presentar las fotos el sacerdote sacó de su armario una bolsa de dinero y me la dio, en aquella época era un trabajo que valía mucho. Después de eso entré ya en San José debido a que me terminaron llamando para todos los eventos.
¿Qué otras anécdotas recuerdan de los más de 50 años con San José?
Una cosa que recuerdo era de cuando trabajaba de manera indistinta en San José y en el colegio Las Teresas, debido a que son instituciones casi hermanas. En esa época había un convenio para que los eventos primeramente se realizaran acá y apenas finalizados íbamos todos en caravana al otro colegio a realizar el festejo allá.
Eso funcionó así durante más o menos 10 años y era todo muy difícil porque usábamos cámaras cuyos rollos solo daban para 12 placas, por lo que teníamos que traer tres aparatos y dos ayudantes para que me preparen las herramientas y cambien los rollos, ya que no podía pedir que paren la actividad mientras se desarrollaba.
Llegado un momento terminé diciendo “esto no va más” debido a que usaba 50 rollos en San José y otros 50 en Las Teresas y los tenía que traer en bolsos, por lo que decidí ir a hablar con las hermanas para dejar el segundo colegio ya que prefería hacer bien una cosa y no hacer mal dos.
Por esa misma época me llamó el director, el padre Echeverría por aquel entonces, y me comentó que ya no iba a sacar fotos ese año debido a que el Centro de Estudiantes se iba a encargar de eso a partir de ese momento con el objetivo de sacar un anuario. Básicamente había dejado Las Teresas y me habían echado del San José, los lugares que había elegido como fuente de trabajo positivo más allá de que hacía cosas para otros colegios como el Americano.
Luego de eso fui a mi casa, que estaba en el fondo de Barrio Jara en un alquiler, y un día pasa en frente una camioneta llena de estudiantes del San José con uniforme de gala, ni idea de cómo me encontraron porque no había teléfono ni nada. Habían ido a buscarme y me preguntaron por qué ya no iba más al colegio, les dije la verdad y les expliqué las razones que me dio el director.
Ellos me dijeron “nosotros somos el centro de estudiantes y vos sos nuestro fotógrafo”, me alzaron en la camioneta, me llevaron al colegio de vuelta y me pidieron que sacara las fotos que ellos querían para su anuario. Desde ese día nunca más nadie me dijo “este año ya no vas a sacar fotos acá”.
Desde ese día nunca más nadie me dijo “este año ya no vas a sacar fotos acá.
¿Creé que se ha vuelto más difícil su rubro debido a la facilidad de fotografiar que da la tecnología de hoy?
Acá en el San José por lo menos todavía hay personas que están acostumbradas a comprar fotografías, pero sí ha disminuido bastante, todo el mundo pide en digital nomás ya la foto y no quieren andar con álbumes y demás. Me tuve que acondicionar a eso pero sigo trabajando, haciendo lo que el cliente me pide.
Por suerte la tecnología me benefició también bastante, antes primeramente tenía que estar todo el día y la noche en una pieza con químicos bastante fuertes para revelar las fotos, hoy eso ya terminó. Lo otro es que ya se acabó aquello de tener que estar cambiando rollos, antes necesitaba 40 de esos para una confirmación, por ejemplo, hoy simplemente con una memoria saco 600 fotos sin moverme ni molestar a nadie.
¿Qué es lo que más valora de este tiempo?
Lo esencial para mí es que hice una buena elección para mi trabajo, tengo hijos que ya son universitarios, tengo mi casita, mi autito, y todo eso es gracias al colegio San José. El año pasado hicieron algo hermoso por mí, un nietito mío tenía cáncer y los alumnos y exalumnos se movilizaron y se hizo un evento muy grande logrando que en seis días se convocaran a más de 6000 personas.
En esa actividad todos los exalumnos de hace 30 o 40 años se me acercaron para preguntarme que necesitaba, y en el exa había niños y padres que tenían sus stands vendiendo comidas hasta la medianoche para poder ayudarme.
Según me dijeron se hicieron 2000 adhesiones, pero faltando ocho días se agotaron, por lo que se tuvieron que imprimir 2000 más.
Yo no soy prácticamente nadie en el colegio, soy solo una persona independiente, pero me integro con los exalumnos yendo a cenar con ellos o jugando truco. Me tienen como uno más sin ser técnicamente parte del grupo.