Entrevista a Mali Franco ex Superiora periodo 2018-2019 y Cesar Bogado, Superior periodo 2020-2021
FVD (Fiat Voluntas Dei) es un grupo de jóvenes laicos dispuestos a profundizar el conocimiento y vivencia del carisma betharramita. Recientemente, concluyó el periodo del anterior consejo de dirección, el cual tenía a “Mali” Franco como superiora. A ella, la sucedió César Bogado. En esta nota, ambos nos hablan de sus inicios en el grupo, sus trabajos dentro del mismo y las expectativas sobre el rumbo que aún deberá trabajarse.
Mali: Entré al grupo en el 2008, luego de un retiro espiritual de la parroquia. Desde entonces, formé parte de una comunidad y llevo 11 años viniendo cada sábado a las reuniones. El motor del grupo es tener una comunidad de base, en la cual uno junto a otros hermanos busca seguir a Cristo.
Para cada uno, su comunidad es algo vital, forma parte crucial de su vida; no es solamente un grupo de oración, es un lugar en el cual uno aprende un estilo de vida, que te acompaña durante toda la semana y todo el mes. Me gusta creer que FVD es un semillero de liderazgo increíble, ya que uno asume responsabilidades y cumpliéndolas, se da cuenta que tiene un montón de habilidades que antes no conocía. Y las mismas pone a disposición de los demás.
Así, en la medida en que uno avanza, se llena tanto que siente la necesidad de empezar a servir. Nosotros usamos las comunidades como espacios para salir a dar, y eso se concreta en las comisiones. En un comienzo eran cinco o seis, actualmente son 11. Estas se encargan de cada ministerio: de liturgia, formación, misiones, retiros, etc. Como en el grupo también somos cada vez más, tenemos la posibilidad de distribuirnos las labores. Desde mi segundo año en FVD, comencé a trabajar en comisiones, primero como miembro de la de eventos, posteriormente fui encargada de convivencias por dos periodos, luego me tocó ser miembro de liturgia y más tarde encargada de esta comisión. Después, estuve en la comisión de grupos como miembro de la misma, esta se encarga de saber cómo están las comunidades, de hacerles un seguimiento y ser un nexo entre ellas y el Consejo, para solucionar problemas o ayudarlas en lo que se pueda. Así, fui creciendo con los compromisos que asumía.
Si bien siempre trabajé activamente, nunca aspiré a estar en el Consejo, especialmente por mi carácter; no creía tener el perfil necesario para llevar adelante este grupo. Pero fue lo que Dios quiso, yo estuve dispuesta y acepté.
Tenemos 16 años como grupo, y al comienzo transmitir el mensaje era más fácil, porque éramos pocos y las comunidades caminaban, prácticamente, solas. Pero, en la medida en la medida en que fuimos abriendo las puertas y más personas fueron uniéndose, se hizo más difícil. Por eso, durante este último periodo, comenzamos a enfocarnos y trabajar más con las comunidades.
Nos distribuimos las tareas entre las comisiones, cinco de ellas se dedicaron exclusivamente a las comunidades, las tres que se encargan de los servicios tuvieron a sus cargos los retiros, las misiones y la pastoral, y por último estaban las comisiones que fueron el nexo entre todas las demás (tesorería, prensa y coro).
Tenemos la ventaja de haber trabajado mucho y de cerca con el que hoy es el nuevo Consejo; los que asumen ahora ya estuvieron a cargo de comisiones, y se mantiene la misma línea de trabajo. Creo que ahora seguiremos trabajando igual, pero que también se intentará dar un fortalecimiento más radical a la estructura del grupo. Como dije antes, somos cada vez más, por lo que es fundamental que nos organicemos bien.
Uno siente la necesidad de empezar a servir
Actualmente, hay 16 comunidades con las que trabajamos. El grupo realiza retiros, tanto para colegios como para universitarios, y actualmente estamos empezando a experimentar en el área de profesionales. Cada año se forma una nueva comunidad que contiene a todas las personas que realizaron un retiro, por ejemplo, este año se hicieron cuatro retiros, y de los participantes nació una comunidad.
FVD es un grupo joven. En la medida en que fue creciendo, también sus miembros crecían. Pero, al llegar a cierta edad, habiendo recibido todo lo que podía recibir, llegaba como a un “techo”, tomaba lo aprendido e iba a otro grupo en el cual pudiera seguir. Como ahora FVD tiene mucha gente, queremos dar la oportunidad de ofrecer a estas personas, ya profesionales, lo que necesiten para seguir formándose dentro del grupo.
Este año también nos centramos mucho en la tarea de la formalización, para que todos los miembros estén al tanto de lo que el grupo realiza, y para que exista siempre documentación sobre las líneas de trabajo.
Hicimos un material de apoyo para las comunidades con la ayuda de la comisión de grupos, que antes no teníamos. Antes, cada comunidad desarrollaba y ejecutaba su propio material, de manera más aislad. Con este manual, hoy hay información de cómo formar los grupos, cómo preparar las charlas o retiros, y estamos armando una biblioteca virtual que conglomere todo lo realizado en los últimos años.
No es solamente un grupo de oración, es un lugar en el cual uno aprende un estilo de vida»
Creo que este es el camino en el que debemos continuar. Si bien cada comunidad es un mundo aparte y puede decidir dentro de sus cuatro paredes, es importante que tengamos una estructura para ofrecerles, generando, además, espacios para que los miembros puedan plantearse qué creen que necesitan.
César: Yo entré a FVD a través del retiro de colegios que en ese entonces se hacía para el Santa Clara, en el año 2012. Ese año formé mi comunidad, y desde entonces venimos caminando juntos. Desde ahí tuve el nido en el cual me fui formando. Agradezco muchísimo a mis encargados que me supieron transmitir demasiado bien el carisma. En mi segundo año dentro del grupo pasé a formar parte de la comisión de formación. El primer año como miembro y después me pidieron que fuera el encargado.
Tenía mucho miedo al principio, me sentía muy joven. Al terminar ese periodo, ya se le eligió a Mali como superiora. Ella me llamó para ser el encargado de la comisión de grupos, y estos dos años estuvimos trabajando muy de cerca, enfocados en las comunidades.
Como dijo Mali, FVD fue creciendo con sus miembros, y llegó una etapa en la que no sabíamos qué hacer. Existe el desafío de definir qué ofrecer a los miembros más grandes, a los profesionales. Espero continuar con la línea de trabajo sobre la cual ya nos ocupamos en este último periodo. Realmente, vemos que las comunidades tienen que ser nuestra prioridad, porque si ellas, que son nuestra base, son frágiles, todo lo demás empieza a tambalear.
Me ayudó mucho ser encargado de la comisión de grupos, porque eso implicó estar cerca de las comunidades y ver qué les hace falta. Creo que hoy tengo información sobre lo que algunas buscan, pero también pienso que hay que saber ofrecer opciones para aquellas que no saben aún qué necesitan.
Saliendo al encuentro de los demás miembros, podremos saber qué necesitan, qué les gusta, qué quieren, qué no, pero esto siempre se debe enfocar hacia el carisma betharramita y los valores básicos sobre los cuales se fundó el grupo.
Pienso que, al final de estos dos años, sería ideal tener ya un modelo o un plan de trabajo estandarizado para las comunidades, y que todas vayan creciendo en esa línea, que exista un material de apoyo inicial y que a medida que vayan creciendo se puede mantener un cierto nivel de formación dentro de lo que es FVD.
Me gustaría que el grupo se dé a conocer, desde medios como esta revista, para que alumnos del San José u otros colegios betharramitas se enteren de este espacio tan lindo, donde se habla de virtudes, como la disponibilidad, en el “idioma” que escuchan desde chicos, y que puedan crecer en grupo en el carisma sobre el cual se fundaron sus colegios.
Por ejemplo, como exalumno del Santa Clara, a mí me hubiese encantado que mi colegio tuviese un grupo de espíritu franciscano, para poder crecer en el carisma de la congregación. Creo que eso es justamente lo que FVD puede hacer por el colegio San José y otras instituciones betharramitas.
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