Entrevista a Álvaro Carrón promoción 1997
El movimiento de exploradores y de campamento del colegio san José cuenta con una larga tradición y experiencia formando jóvenes líderes para el mañana e inculcando a estos los valores del respeto y el trabajo duro. En esta ocasión, el señor Álvaro Carron nos da detalles y nos relata sus anécdotas al frente de este.
En mi caso particular pasé por un periodo de transición; cuando yo empecé era nada más que un club del colegio dirigido por el profesor Walter Martínez. Cuando estaba en cuarto o quinto curso, lo que sería hoy primero y segundo de la media, surgió la idea de convertir eso en un movimiento. A mí y a otros dos compañeros nos tocó ser los primeros presidentes, puesto que en esa época se manejaba con un sistema de triunvirato, estábamos dos de sexto curso y uno de quinto, así que me tocó ocupar ese puesto con Raúl Gómez y Gabriel Werling.
A nosotros nos eligieron por votación y creo que ganamos porque éramos los que teníamos más trayectoria, nos veían como los impulsores del movimiento. Nuestras elecciones siempre fueron relativamente abiertas.
Como su nombre mismo lo indica es el de dirigir y hacer que siempre las acciones vayan conducidas hacia los ideales del movimiento, que es totalmente manejado por jóvenes. Estamos basados sobre todo en lo que son los scouts; tenemos una estructura muy similar que fue traída por el profesor Walter, que pertenecía a ellos, así como yo, que formo parte hasta hoy.
Sobre todo, las amistades, hasta hoy en día las vivencias que tuvimos a través de las salidas de campamento y demás crearon vínculos distintos de las actividades normales del aula. Todas las experiencias, como tener que armar la carpa juntos o cocinar entre todos, indiscutiblemente generaron una gran amistad.
Tengo bastantes pero una que siempre recuerdo es cuando nos fuimos al Lago Ypoá y realizamos una actividad que era como para formar parte del movimiento definitivamente. El profesor Walter nos hizo pasar de manera individual un tiempo en un lugar aislado para reflexionar. En aquella oportunidad tuvimos que ir hasta un islote a buscar algo del campamento en una lanchita y terminamos encallando en un cañaveral. En ese momento debíamos bajarnos de noche, pisar lodo, sin saber que podía haber ahí, y empujar la lancha. Estuvimos como media hora varados allí.
Tanto las cuestiones divertidas como aquellas en las cuales uno tiene un problema y tiene que salir adelante ayudan a darse cuenta de que uno puede, que no depende siempre de los adultos ni de que otro venga a solucionarte el problema. Creo que eso es lo que busca este tipo de movimientos.
Que no tenga miedo y que se anime, que no haga caso a lo que dicen los demás, porque normalmente este tipo de actividades son tomadas como objeto de burla por parte de cierta gente. Yo le diría que lo intente, ya que no se va a arrepentir.
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