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Entrevista a Roberto Lima, exalumno de la promoción de 1980
Roberto Lima tuvo la suerte de poder participar de más campamentos de los que un alumno del San José podría participar. Como hermano menor de acampados y comandos, como exalumno Director del Campamento y como participante del Campamento para Exacampados que se organizó por el centenario del colegio. De cada una de estas oportunidades, se llevó gratos recuerdos y provechosas experiencias.
¿Qué lo atrajo del campamento, antes de participar por primera vez?
No puedo explicar… era lo único que me faltaba para poder participar en algo que todos mis hermanos ya habían pasado, como acampados y comandos.
Lo visité desde que tengo memoria. Mis primeras palabras, creo que las dije allí, cuando tenía unos tres años; los Comandos me preguntaron cómo me llamaba y les respondí “Nene Lima”, apodo que me quedó por muchos años.
¿Y qué le hizo volver, cada año?
La adrenalina de volver a vivir la experiencia del último campamento, era imposible de contener.
Pensar “qué capo era mi jefe de grupo y los compañeros de grupo”, “quién resultará mejor acampado”, “podré alcanzar ese puesto”, “podré ligar una mención”, “saldré en el mejor grupo del campamento”, etc.
Era volver y volver, a compartir con los compañeros, con los más grandes, con los más chicos. Todos eran iguales, esos gigantes del patio del bachillerato o los más pequeños que pasaba de patio.
De las actividades del campamento, ¿cuál era su preferida?
Todas. Se vivía cada hora, desde el descuereo de la mañana para despertarse, la formación, el cocido con galleta, las limpiezas desde servir las comidas o limpiar los baños, preparar el fogón, las inspecciones, los partidos, los juegos, las charlas, la hora de cantos, la ida al lago, las excursiones (al pueblo, la gruta, al cementerio), los fogones, los asaltos.
«Mis primeras palabras, creo que las dije en un campamento»
¿Tiene algunas anécdotas que pueda compartirnos?
De cuando nos correspondió ser Comandos. La promoción anterior a la nuestra no organizó el campamento, entonces, sin dudar, luego asumimos esa responsabilidad y me tocó organizar las charlas y parte del programa.
Allí, creo que el último resquicio de la Acción Católica – que era la que había marcado las pautas del campamento desde su inicio- nos encargamos en olvidarlo, ya que nosotros no habíamos pasado por esa escuela. Mis conocimientos estaban en muchos temas de la metodología del escultismo, por lo que incluí las charlas y capacitaciones que yo conocía: Primeros Auxilios, nudos, uso de las herramientas, entre otros.
¿Y alguna anécdota donde se vea el espíritu de compañerismo que se vivía?
Creo que se puede resumir en que los amigos que se forjaron en el campamento – no importa si eran menores o mayores- siguen siendo amigos. No importa dónde, al encontrarte con uno, lo saludas como si hubieras estado con él el día antes.
¿Qué puede decirnos de su último campamento?
Todos los últimos fogones de despedida son lagrimales. Uno no quiere que terminen, uno ya sabe que todos esos momentos vividos no volverán.
Sin embargo, curiosamente tuve la dicha de haber tenido tres “últimos campamentos”. Uno como Jefe de Campamento, en 1980. Luego, años después, cuando se quiso cancelar la realización de los campamentos, surgió la figura del Director de Campamento (1986). Este era el responsable de garantizar la realización del campamento. Fui como tal, y participé en dos campamentos más.
Luego, cuando ya no pensaba que volvería, participé en el primer “Campamento de Ex acampados”, ya en Piribebuy, en conmemoración de centenario de colegio. Esa vez como Comando de Servicios Técnicos.
¿Algo que quiera añadir?
Es una lástima que no se hayan comprendido las bondades y beneficios de los campamentos, que resultan formadores de los participantes. Al cancelarlos, se perdieron algunos condimentos de la espiritualidad betharramita. Porque los primeros campamentos tenían tradiciones y momentos que, al ser organizados de manera independiente, se fueron dejando de lado. Por ejemplo, los que participamos de los últimos campamentos ya no conocimos la Acción Católica.