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Entrevista a Manuel Riera, exalumno de la promoción de 1969
Todo alumno del san José posee el enorme privilegio de pasar por las aulas donde también se formaron grandes referentes de la historia del colegio y del país. De la misma manera, cada exalumno lleva la responsabilidad de honrar la educación recibida y de transmitirla.
Manuel Riera, expresidente de la Asociación de Exalumnos, coincide con este pensamiento, al recordar las iniciativas impulsadas por la asociación, siempre con el objetivo de lograr un impacto positivo tanto en la vida de los miembros de esta, como de quienes conforman otros estamentos.
¿QUÉ PUEDE CONTARNOS DE SU PERIODO EN EL EXA?
Fue una época donde todavía exalumnos y sacerdotes teníamos relaciones armoniosas, con los últimos sacerdotes españoles, y algunos franceses, que aún quedaban de los primeros tiempos, y los exalumnos ocupábamos un sitio relevante dentro del colegio. Si mal no recuerdo éramos 42 exalumnos profesores, de diferentes materias. De hecho, a las sesiones de la Comisión Directiva de la Asociación asistía uno de ellos. Todavía recuerdo al P. Echeverría acompañándonos en cada sesión, haciendo la oración.
Sin embargo, luego los exalumnos fueron excluidos de la lista de los profesores, y la relación con alumnos se deterioró, provocando la cancelación del campamento en San Bernardino.
Vivimos jornadas memorables, como cuando el colegio nos donó la sede actual, gracias al P. Chivite, o cuando hicimos la celebración del 75° aniversario del colegio, con una misa celebrada en la Avenida de las Palmeras, en la que el Dr. José María Bonín pronunció un inolvidable discurso en el que definió la “impronta del San José” como un hilo invisible que une generaciones con la misión indelegable de custodiar el “fuego sagrado” impidiendo que el amor al colegio se extinga.
También recuerdo los almuerzos del Día de San José en el “sancta sanctorum”, como llamábamos al comedor de la Comunidad de Bayoneses, al que muy pocos accedían (Tuco y Acero Zuccolillo, Patrón Encina, Alberto Cameroni, Chocho Marinoni, José Antonio Galeano, y otros). En uno de ellos explicamos el origen de los exalumnos (les anciens élèves) y el padre Alonso respondió a los reclamos formulados ante el silencio inexplicable del –entonces– director del Colegio (padre Romero).
Cuando el P. Alonso presentó su libro en la Casa del Exalumno, o cuando brindamos por la elección del primer exalumno presidente de la república (Wasmosy).
¿CUÁLES CREE QUE FUERON LOS “TEMAS” PRIORITARIOS EN AQUEL ENTONCES?
Discutíamos sobre la importancia de la permanencia de los exalumnos en la plantilla de profesores del San José; las cuestiones económicas del colegio, con miras a mejorar la educación; la inversión hecha en el seminario, construido finalmente en Lambaré, versus crear un fondo de becas para enviar sacerdotes a formarse a Europa; los excesos de la juventud de aquellos tiempos; la manera de proyectar las enseñanzas del Colegio más allá de sus aulas; la necesidad de recibir sacerdotes extranjeros y enviar los paraguayos al extranjero para formarse, por aquello de que nadie es profeta en su tierra; la conveniencia de la enseñanza mixta, abandonando la idea del colegio exclusivo de varones; o cómo sacar campeón de basquetbol o de rugby al San José. En fin, no había ningún tema que quedara fuera de las discusiones que manteníamos.
¿QUÉ TAREAS HEREDARON DE LAS DIRECCIONES PASADAS, Y DIERON CONTINUIDAD EN SU PERIODO?
Había que afianzar el grupo que asumió la dirección de la asociación con la presidencia de Alberto Cameroni, institucionalizando la organización, dotándola de comodidades, mejorando las instalaciones, sin abandonar aquellas actividades que ganaron renombre – como los equipos deportivos o la fiesta de San Juan- y sin olvidar la necesidad de crecer. Para ello se construyó el estadio “León Condou” y se empezó a pergeñar la compra del predio de los exalumnos en Surubi’i, con la ayuda de Tuco Zuccolillo. También la compra del nuevo predio para el campamento de los alumnos, adquirido finalmente en Piribebuy, garantizando así su permanencia y realización, de manera independiente del colegio.
¿Y QUÉ TAREAS DEJARON PENDIENTES PARA LAS SIGUIENTES?
Quedó pendiente la construcción del quincho, que luego se hizo. Tampoco pudimos comprar las tierras de Suribi’i, lo cual lo hizo finalmente el San José Rugby, pero para el club. Y no pudimos constituir la cooperativa, que luego existió gracias a quienes nos sucedieron, quienes posibilitaron la Coopexsanjo.
¿CREE QUE HAY RESPONSABILIDADES COMUNES A TODAS LAS DIRECTIVAS, AÚN CON EL PASO DEL TIEMPO?
Creo que el Dr. Bonín tenía razón; la impronta del San José, de la que también hablaba Pedro (Piti) Gamarra Doldán, exalumno profesor de historia del Colegio, es la responsabilidad común de todos aquellos que pasamos por el Colegio, hoy compartida con una legión de “sanjas”, que honran los colores de la institución, como lo demuestra la primera presidenta del Centro de Estudiantes (Ana Paz Lovera Encina). Somos una bandera celeste y blanca, no hay otra, y compartimos el mismo ideal de San Miguel Garicoits de tomar al niño para convertirlo en un líder civil.
¿ALGÚN MENSAJE QUE QUISIERA DEJAR A LOS EXALUMNOS, SOBRE EL APOYO AL EXA?
El Exa, como lo indica la razón de ser de les anciens élèves, tiene por misión fundamental proyectar y defender las ideas que aprendimos en el Colegio más allá de sus paredes, contribuyendo a crear una sociedad civil cada vez más comprometida con las virtudes y los valores morales católicos que aprendimos de nuestros maestros, pues, sin ética no tienen significado las demás actividades de la vida.
¿ALGO QUE QUIERA AÑADIR?
Pertenecer a la legión de exalumnos del San José es como integrar un círculo exclusivo de amigos, cuyos vínculos se prolongan en el tiempo y por muchas generaciones. Esto es producto de haber compartido los mismos patios, corredores y aulas, donde corrieron, caminaron y estudiaron hombres que forman parte de la galería de la historia del país, por haber contribuido con sus vidas, su conocimiento o su vocación cristiana a hacer del Paraguay un lugar donde vale la pena vivir.