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Entrevista a Gabriela Ocampos, exalumna de la promoción de 2015
Gabriela Ocampos Velázquez fue académica, luego tesorera de la Academia Literaria (2014) y, finalmente, presidenta del estamento (en 2015). paso durante el que reafirmó la importancia de la cultura y la literatura para ir formando ciudadanos comprometidos y una mejor sociedad.
En esta entrevista, cuenta cómo este espacio la motivó a buscar influir positivamente en su entorno y perseverar, para dejar huellas imborrables.
¿Puede hablarnos de su experiencia en la Academia?
Cursaba yo el octavo grado, en el año 2011, cuando reconocí un interés mío por la expresión literaria. Recuerdo las clases de castellano, en las que el profesor nos hablaba del estamento, instruido por la directora de cátedra Graciela Fanego de Bianchi, quien era además asesora de la academia y sucesora del P. César Alonso de las Heras. Dichos profesores buscaban incentivarnos a visitarlo, al menos, un viernes, para no pasar por los pasillos de “la Torre” sin haber antes atravesado las puertas de “la Academia Literaria”. Reconozco que lo pongo entre comillas porque el discurso del profesor me sonaba, al principio, como algo lejano y desconocido.
Aumentaba mi interés, dado que mi abuelo, Rafael Eladio Velázquez, quien dedicó su vida a la cultura, había integrado este estamento. Desde entonces, tenía ya en mente que todos los viernes se reunían los “literatos”, pero realmente se me presentaban excusas tras excusas, hasta que un viernes sin más pensar, finalmente, acudí a la sesión.
Quedé maravillada con la manera en que cada quien presentaba lo más recóndito de sus pensamientos, desde experiencias personales, críticas sociales, realidades nacionales y, por qué no, un poco de ciencia ficción y romanticismo.
Entre cuentos, poesías, ensayos, oratorias de alto calibre, los miembros pasaban al atril con su escrito en mano o lo declamaban sin ese respaldo y con una habilidad que mejoraba en la medida en que sabían captar la atención del público, el cual cuanto más atónito quedaba proporcionaba mayor satisfacción al que acababa de presentar. Acto seguido, el orador recibía críticas constructivas, no solo de la asesora y la mesa directiva, sino de todos los miembros de la reunión. Fue ahí donde entendí el concepto de tertulia. Pero, claramente, llevado a un grado mayor de formalidad, ya que en cada sesión el secretario de la mesa labraba acta e incluso se organizaba una solemne sesión anual de apertura y otra de clausura de las actividades, en la cual un exacadémico era el invitado de honor y avisábamos formalmente a todos los académicos que pasaron por el estamento en su momento, para que también asistieran. Todo esto nos preparaba ya para la vida adulta.
Pasó el tiempo y fue para mí un inmenso honor no solo formar parte de la mesa directiva en el 2014 como tesorera, sino presidir este prestigioso estamento en el año 2015.
Considero que la academia me brindó las herramientas para abrir la ventana del colegio y su inocencia a la del mundo real, de una vida que corre tan deprisa y donde quien no pisa fuerte no es capaz de dejar huellas. Una academia que me enseñó y reafirmó el amor a la cultura, en la búsqueda de la conquista del Paraguay por medio de la misma.
La capacidad de crear la imagen en la mente del lector es lo que la hace inédita
Y antes de llegar a la academia, ¿se interesaba por la literatura, o cree que la academia fomentó este interés?
Realmente me considero una persona que busca expresarse, que busca transmitir, que busca que otros vean muchas más cosas de las que verían sin la presencia del arte. Siempre me interesó esa rama. Así como el dibujo y la pintura, considero a la literatura como un arte capaz de conmover al lector, aclaro que no me refiero al sentimentalismo, sino a la expresión mediante la misma. Ese incentivo literario creció en la medida que asistía viernes tras viernes a las sesiones de la Academia Literaria.
Creo que la literatura es una herramienta que humaniza y que permite conectar a personas en experiencias atemporales, ya que hoy escribo algo que puede tener el mismo alcance para un lector dentro de diez, veinte o, por qué no, cien años.
La literatura es una maravillosa fotografía en letras, y esa fotografía puede ser abstracta como también algo literal y tangible, dicha fotografía puede evidenciar muchos aspectos remanentes al paso del tiempo como muchos otros que quedan en la historia, pero la capacidad de crear la imagen en la mente del lector es lo que la hace inédita.
¿Sigue alimentando estos hábitos?
Desde que egresé del colegio no encontré un espacio como el de la Academia Literaria, cuna de grandes paraguayos y paraguayas con alto sentimiento patriótico, de brillante trayectoria intelectual y moral, eminencias comprometidas con el país, cuya expresión máxima fueron las letras en la época escolar y que luego quizá alcanzaron su estrella en diversos ámbitos.
Creo que hoy, que estudio la carrera de Arquitectura, también una rama del arte, y la estoy empezando a ejercer, llevo siempre presente el hábito de seguir “Adelante, siempre adelante, hasta alcanzar La Estrella”. Encuentro momentos de tertulia entre amigos para intercambiar pensamientos literarios además, pero esa estrella de la perseverancia es un sello imborrable de mi caminar en este prestigioso estamento.
¿Cuál es el mayor valor que se lleva consigo un académico?
Creemos firmemente que la cultura es la única herramienta efectiva para construir una Patria mejor, con igualdad de oportunidades encaminada a la búsqueda del bien común por encima del particular. Consideramos que esa incansable y constante energía por adquirir conocimientos solo se logra mediante el amor a nuestro país, ese patriotismo persistente que transmite este antiquísimo estamento que enaltece el nombre de nuestro glorioso Colegio de San José.
La Academia Literaria no es simplemente un lugar de reflexión, sino un espacio cultural donde se fomentan valores de amistad y perseverancia, siguiendo el deseo de superación y búsqueda de la excelencia, guiados siempre por la determinación transmitida por el P. Alonso, de ir “a la conquista del Paraguay por medio de la cultura”, y son esos valores los que caracterizan a un verdadero y honorable académico sanjosiano.
¿Qué consejo daría a los académicos actuales?
Que “los de la Torre” nos caractericemos por el continuo “Aquí estoy”, por el esfuerzo en toda labor que emprendamos, para dar de esta manera el ejemplo, e ir adelante, siempre adelante hasta alcanzar la anhelada estrella.
¿Algún recuerdo especial, que quiera compartir?
Recuerdo que en el año 2015 nos preparábamos para la venida del Papa Francisco al Paraguay, por lo que lanzamos una edición adicional a la cual titulamos “Una estrella fugaz para Francisco” y logramos hacerle llegar un ejemplar acompañado de una nota, directamente al Papa en el Vaticano, de manera previa a su venida. Fue grato para mí contar no solo con una mesa directiva comprometida y con el apoyo de la asesora, sino también con todos sus miembros y exmiembros con muchas ganas de demostrar su talento y visión, quienes no perdían el tiempo de soñar en grande, jóvenes que luchan incansablemente por los valores.