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Carlos Jiménez, exalumno y arquitecto. En nuestro colegio, ha desarrollado y dirigido el edificio Centenario, el auditorio Cesar Alonso de las Heras, las intervenciones sobre la piscina, la recuperación del comedor y más recientemente, el nuevo gimnasio León Condou construido en la quinta.
En esta entrevista, nos habla sobre la importancia de la arquitectura y la historia en la construcción de la identidad del Colegio San José. También nos explica su enfoque para el diseño de nuevos proyectos, buscando integrarse al sitio como si siempre hubiesen estado allí, y tomando la nobleza de las proporciones del edificio principal para desarrollar espacios que inspiren a las nuevas generaciones.
El San José tiene una rica historia en cuanto a sus edificaciones. Si pudiera referirse solo a los edificios más destacados, ¿cuáles son esos espacios que deberíamos apreciar?
En realidad, la historia de los edificios es también la historia de nuestros encuentros. La arquitectura es siempre el escenario de la vida, pero también tiene la capacidad de generar relaciones e influir en las personas.
Se dice que la arquitectura es testigo insobornable de la historia, y en nuestro caso, ha escenificado el lugar de construcción de nuestra identidad sanjosiana, una auténtica escuela de líderes, orgullosa, valiente, de firmes valores, creativa.
Nuestro conjunto de edificios ha ido creciendo con nuestra historia, y han escenificado, pero también promovido encuentros y cambios, evoluciones y reevoluciones. Nuestros edificios han tenido también vida propia, pues más que una arquitectura fijada desde el principio, ha ido creciendo y adaptándose a cada tiempo, con mayor o menor acierto según el caso, como bien lo califica el propio padre Alonso en su libro sobre la historia del Colegio.
El edificio original del colegio es solo el cuerpo central de un proyecto claustral más extenso del Padre Bacqué, sacerdote y arquitecto, quien lo diseñó apenas fundado el colegio, y quien dirigió la obra de la primera etapa de su construcción, que era el ala este de este cuerpo principal.
Luego fue Toribio Bruim quien en 1928 dirigió e inauguró el ala oeste, sobre el mismo proyecto del padre Bacqué, pero ya con novedades tecnológicas, como la incorporación de hierros remachados y forjados en la estructura del nuevo techo, diferente a los armazones de madera que soportaban las aguas del bloque este.
Tras dicha obra, nunca volvió a seguirse el proyecto original, y nuevas intervenciones con mayor o menor acierto se han ido incorporando a medida que surgían nuevas necesidades funcionales.
Ocurre que en nuestras instituciones, a veces las urgencias coyunturales relegan el respeto a la nobleza que requieren los espacios, y su adecuación a la escala de lo preexistente.
No obstante, creo, con las reservas que demanda mi participación en muchos de los diseños incorporados, que hoy tenemos una estructura física espacial razonable, con respeto a la escala del edificio patrimonial, pero con nuevo lenguaje presentando algunos espacios dignos de la investidura heredada, y que más que representar la historia invitan a inspirar a las nuevas generaciones.
Así se puede mencionar la recuperación de las proporciones originales del edificio histórico en nuevas edificaciones, la implantación de un auditorio para más de 500 personas en el antiguo salón de internos, la recuperación del espacio original del comedor, y la ampliación del edificio centenario que completa el claustro de primaria pero sin transmitir encierro ni abigarrar el espacio.
No obstante, quedan pendientes dos aspectos fundamentales: recuperar el acceso sobre la avenida España, que debería simplificar las formas acumuladas, dándole unidad al conjunto, y en segundo lugar, actualizar sus espacios construidos a principios de arquitectura verde, mitigando la isla de calor que puede producir tanta construcción..
¿Cómo cree que el San José ha preservado ese valor histórico?
En realidad, más que una voluntad de conservarla, lo que se percibe es que la nobleza del edificio principal sigue logrando imponer su orden a la suma de construcciones realizadas con diferentes criterios.
La nobleza austera de la construcción original, su claridad tipológica, su riqueza constructiva, sirvieron para adaptarse a diferentes generaciones y diferentes requerimientos, y es la vida de este edificio la que ha servido también para inspirar las nuevas obras, cada una de ellas, como corresponde, realizadas con el lenguaje de su tiempo.
En los esfuerzos por innovar y brindar nuevos espacios para nuevas necesidades, le ha tocado trabajar en numerosos proyectos. ¿Podría hablarnos de ellos?
Así es. En el año 2004 fuimos convocados a sumarnos a los procesos de crecimiento que ya habían arrancado con el Arquitecto Luis Nery Huerta muchos años antes, desde que el colegio se hizo mixto, y sumamos nuestra visión de desarrollar nuevos proyectos con el lenguaje contemporáneo de nuestro tiempo que busca, más que representar o recrear escenográficamente la historia heredada, y evitando kitsch historicistas, tomar de ella la nobleza de sus proporciones para desarrollar espacios que inspiren a las nuevas generaciones. Así, la arquitectura más que intimidar crea escenarios para que la vida transcurra y nuestros jóvenes se apropien y reinterpreten el lugar, escribiendo su propia historia.
Con ese espíritu trabajamos el edificio centenario, el auditorio Cesar Alonso de las Heras, el comedor en subsuelo y las obras sobre la piscina que solo eran parte de un proyecto más ambicioso que apuntaba a abrir el colegio a la avenida España a través de una galería de acceso, que lamentablemente no se realizó.
Luego nos tocó diseñar y dirigir la obra del nuevo gimnasio, pero ya en la quinta.
Cada una de estas obras se expresa de acuerdo a las circunstancias de cada lugar, buscando integrarse al sitio como si siempre hubiesen estado allí, lo que hará que las obras perduren independientemente de su función, más allá de los requerimientos coyunturales que le dieron origen.
Refiriéndonos al proceso de estos proyectos, ¿cómo se desarrollaron para conservar parte del legado del San José y, a la vez, atender las necesidades nuevas que mencionamos antes?
El colegio ha planteado necesidades cuantitativas y siempre urgentes. El trabajo consiste en leer también las necesidades no cuantificables, sino emocionales y hasta espirituales de una nueva juventud, que aunque anclada en los valores de siempre, requiere ser reinterpretada y hasta desafiada a nuevas maneras de inspirar y relacionarse. Y siempre atendiendo a que la agenda de lo urgente no imponga soluciones que desmejoren los valores de los espacios originales.
¿Algún mensaje final que quiera compartir con la comunidad del San José?
Creo que anclado en nuestra historia, debemos mantenernos fieles a los valores esenciales y cristianos, pero no necesariamente a las maneras heredadas.
Creo que el colegio mantiene su vigencia porque se encuentra siempre en constante cambio y evolución.
Las estrategias que sirvieron en el pasado no están vigentes para construir nuevos futuros posibles. No todo lo que se hizo se puede, ni merece ser repetido, y estoy convencido de que el colegio honrará más su historia desafiando nuevos caminos, que anclado en añoranzas estériles de tiempos que ya no existen. Solo así seremos siempre vanguardia. Y esta lección sirve tanto para construir personas, como para construir ciudadanía y arquitectura.