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Hoy en día se sigue asociando la idea que hacemos terapia porque tenemos algún problema grave o algo no estamos haciendo bien. Sin embargo, el acompañamiento psicológico puede ayudarnos a prevenir alguna sintomatología y preservar nuestra salud mental.
Marcelo Reiser, exalumno del San José de la promoción 2013, es psicólogo clínico, especializado en psicoterapia cognitiva conductual integrativa y en psicopatología infantojuvenil. Actualmente, trabaja con adolescentes y adultos en consultorio privado.
En esta entrevista nos explica que “un proceso psicológico consiste en realizar un tratamiento basado en la evidencia científica, con el objeto de lograr una adaptación suficientemente buena a los diferentes escenarios o situaciones que la vida nos va presentando y alcanzar nuestro bienestar psíquico”.
Al respecto, aclara que esto se logra a través de una evaluación previa con instrumentos psicológicos y un delineamiento objetivo para acompañar cada proceso. “Ir a terapia implica revisar, aspectos de la propia mente, sean cognitivos, emocionales o comportamentales, de modo a adquirir habilidades o herramientas accesibles que mejoren la calidad de vida de uno, teniendo en cuenta el motivo de consulta”, afirma.
¿Por qué acudir a terapia y por qué muchos se muestran reacios a hacerlo?
En mi experiencia, la terapia le resulta invasiva a muchos pacientes. Suelo escuchar planteamientos como: “¿Por qué le tengo que contar a un desconocido lo que me pasa?”, “Yo puedo con todo. ¿Por qué estaría necesitando?”, “La psicología es solamente para personas que no están bien”, “Seguro que el psicólogo va a darse cuenta de todo y no quiero que sepa muchas cosas de mí” o “Si tengo algo malo, seguro el psicólogo me va a juzgar o va a pensar mal de mí”.
También me parece importante señalar que la terapia psicológica no solamente aborda trastornos de ansiedad, depresión, desregulación emocional u otras patologías, sino también aspectos relacionados al estrés, fatiga, hábitos, rutinas, dependencia emocional, dificultades en el área familiar, social, académicos y/o laboral.
Una frase que recalco bastante, que forma parte de la psicoeducación, es que: “Cuando tenemos una dolencia física acudimos al médico, cuando padecemos de una lesión en la rodilla vamos al traumatólogo; entonces, si sentimos malestar emocional, ¿no sería lógico ir al psicólogo? Si no vemos mal acudir a otros profesionales de la salud, ¿por qué al psicólogo sí?” .
¿Cuál es la importancia de contar con un acompañamiento psicológico?
En mi opinión, la importancia radica en la utilidad y el beneficio que el acompañamiento psicológico puede traer a la vida. Citaré algunos, como:
– Descubrir fortalezas personales que uno mismo desconoce.
– Generar seguridad y confianza con uno mismo.
– Crear hábitos que mejoren la calidad de vida.
– Aprender a validar las emociones en vez de negarlas.
– Ver los pensamientos como lo que realmente son y no confundirlos con hechos o emociones.
– Mejorar el relacionamiento y la adaptación con el entorno.
– Desarrollar habilidades comunicativas y sociales.
– Desarrollar mayor flexibilidad cognitiva
– Establecer límites sanos en el relacionamiento con un mismo y en las relaciones interpersonales.
– Aceptar que no siempre se puede tener el control de todo.
– Gestionar las emociones y actuar asertivamente frente a experiencias.
– Adquirir habilidades y estrategias para enfrentar situaciones cotidianas.
Entonces, sin una crisis, ¿igual recomendaría este acompañamiento psicológico?
Sí, recomendaría. Es importante que cada uno aprenda a conocerse y darse cuenta cuando una situación, a veces hasta del día a día, supera los límites personales y nos desborda. Por ejemplo, situaciones nuevas e imprevistas como pérdida de trabajo, separación de los padres o la pérdida de un ser querido, pueden enfrentarnos ante nuevos escenarios que rompen nuestros esquemas de procesamiento mental y necesitamos un soporte para adaptarnos ante dichos eventos. De esta manera también prevenimos otras sintomatologías y preservamos la salud mental.
No es lo mismo conversar con algún amigo, que a lo mejor puede darnos contención emocional, y escuchar a un profesional de la salud mental, que puede darnos técnicas y ayudarnos en desarrollar habilidades necesarias para sobrellevar cada una de las situaciones planteadas.
En este punto también es bueno insistir que no existe una psicoterapia universal, sino que se va adaptando a cada paciente, dependiendo del contexto en el cual se desenvuelve. Los tiempos, cantidad y frecuencia de sesiones varían de caso en caso.
¿En qué otras circunstancias lo recomendaría?
Retomando el punto anterior, ante situaciones y circunstancias que generan mucho estrés y emociones intensas, ya sea procesos de duelo, toma de decisiones importantes, cambio de colegio, problemas de aprendizaje, de habilidades sociales, divorcio, consolidación de la identidad, etc.
En un contexto de mayores exigencias y dificultades laborales, ¿cuál podría ser un aporte para mejorar la calidad de vida?
En la cotidianeidad, estamos acostumbrados a vivir en “piloto automático”, esto quiere decir que frecuentemente hacemos las cosas por hacer, sin darnos cuenta del propósito que tiene cada actividad. Es interesante que aprendamos a darle valor y significado a cada cosa que hacemos en medio de la rutina y las exigencias diarias.
Las pausas son pertinentes, ya que, por medio de ello, nos desconectamos y nos encontramos con nosotros mismos. Es como un “tiempo fuera”.
Teniendo en cuenta este contexto, desde mi experiencia profesional, sugiero:
– Realizar actividades que no tengan que ver con el área laboral, ya sea alguna actividad física o salir con amigos. Estas actividades tienen que ser del agrado de cada uno.
– Ser conscientes que el trabajo es solamente una arista más de nuestra vida y que existen otras prioridades para cada uno.
– Elaborar una lista de actividades que anteriormente no hacíamos, de manera a organizar la mente y crear una rutina accesible.
– Técnicas de respiración y/o relajación.
– Conectarse por medio de los sentidos (vista, oído, olfato, tacto, gusto).
– Planificar semanalmente actividades importantes/urgentes vs actividades importantes/no urgentes. Hay actividades o responsabilidades que requieren atención inmediata y otras que se podrían posponer.
Respecto a lo anterior, actualmente se escucha mucho de la asistencia de “coaches”, ¿podría hablarnos de la importancia de distinguir el tipo de ayuda que cada uno puede brindar y los límites?
Por supuesto que sí. Empecemos por el concepto. La psicología es la ciencia que estudia los procesos mentales. La palabra proviene del griego: psico– (alma o actividad mental) y –logía (estudio). Esta disciplina analiza las tres dimensiones de los mencionados procesos: cognitiva, afectiva y conductual.
¿Y qué es el coaching? Según Whitmore (1992) “el coaching es ayudar y acompañar a una organización, persona o grupo en su espiral de movimiento, cambio, aprendizaje, liberación de talento, transformación y expansión de conciencia”.
Lozano (2008) explica que se trata de una herramienta que contribuye al desarrollo de estrategias que favorecen el crecimiento personal y profesional, para la obtención de resultados e incrementar el potencial.
En resumen, el coaching no forma parte de la psicología. Ambos cumplen roles distintos; pero apuntan, de cierta manera, a ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida. Lo esencial es distinguir cuándo cada uno de ellos nos puede ayudar.
Si tenemos malestares emocionales o necesitamos adaptarnos conductualmente a nuevas situaciones de la vida, un psicólogo es una buena opción. Si necesitamos potenciar nuestras habilidades para destacar laboralmente, por ejemplo, la asesoría de un coach no vendría nada mal.
¿Algo que quiera dar a conocer/algún mensaje que quiera dejar?
Simplemente reforzar la idea que el acompañamiento terapéutico lo puede recibir cualquier persona. No es necesario que uno esté mal o tenga un problema serio. Es importante normalizar y psicoeducar que hacer terapia no es negativo ni malo, sino que ayuda al autoconocimiento y a la adaptación al entorno.
“Conozca todas las teorías, domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana, sea otra alma humana más” Carl. G. Jung