Entrevista al profesor David Villalba, docente de la institución
El profesor David Villalba se encuentra en el colegio desde el año 2007. Desde su posición ha podido observar cambios, pero admite que lo que permanece es la exigencia a los alumnos y la motivación para alcanzar sus méritos.
Cambios uno encuentra cada año, en el sentido de qué profesores, alumnos, padres también cambian cada año. En la educación, siempre mantenemos un nivel elevado en la formación de nuestros educandos, siempre somos muy objetivos y exigentes con nuestros alumnos para obtener de ellos la excelencia de personas que necesitamos para la sociedad.
A nivel país, pude constatar –porque en mis horas libres, durante estas vacaciones asistí a algunos jóvenes del barrio que quedaron a exámenes complementarios en escuelas públicas– el nivel académico nuestro versus el nivel de gestión pública. Y me asusté… Muchas veces en el colegio decimos “tenemos que dar más”, y damos mucho, en comparación al nivel público. Creo que hay una diferencia y podemos aún obtener más, ya que los jóvenes tienen esa capacidad de aprender, de querer aprender.
El colegio posee profesores capacitados. Incluso en vacaciones, volvemos a tomar cursos. Los profesores, así como nos capacitamos, deseamos la excelencia de los alumnos y de ahí parte una exigencia particular. Hay una innovación en todos los aspectos: cultural, deportivo, académico… es como decía el P. Alonso: “Hasta alcanzar la estrella”. Para nosotros hoy día la estrella está más alta.
Sí, porque damos una formación académica, integral, religiosa (cristiana, católica), enseñamos desde los valores: el amor al prójimo, el servicio, la disponibilidad… realmente, tenemos un tesoro en personas. Ese tesoro queremos pulir, para tener jóvenes que sobresalgan en la sociedad.
Principalmente, la formación de la persona en lo académico y en lo cristiano, y no solo nos inclinamos hacia contenidos y objetivos, sino que queremos seres capaces de convivir; ser una generación que ayude a la patria, a la sociedad y, por qué no decirlo, al mundo.
En el tiempo que llevo en el colegio San José estoy acompañado de los sacerdotes, profesores, padres, alumnos, siento que realmente somos una familia y no solo un colegio donde se enseña contenidos. Caminamos con nuestros alumnos, acompañamos el proceso con ellos.
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