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Es fundamental colaborar como exalumnos

Entrevista a Mario Paz Castaing, exalumno de la promoción 1966

Mario Paz Castaing tuvo una trayectoria de casi una década en la directiva de la asociación de exalumnos, primero como integrante de esta comisión, a comienzos de los ’80, hasta que le tocó asumir la presidencia durante dos periodos, desde 1986 hasta 1990. De este tiempo quedó la que quizás sea la herencia más importante de las iniciativas de exalumnos: la construcción del León Condou.

¿Cómo describiría el contexto en que le tocó asumir la presidencia?

Fundamentalmente estábamos en una época transicional, teniendo en cuenta que la comunidad original de sacerdotes en la directiva del colegio había desaparecido, o estaba desapareciendo. El P. Gogorza uno de los últimos  directores extranjeros del colegio . Uno de los objetivos principales, en ese momento, fue impulsar actividades de la familia del San José, trabajando de manera conjunta con los estudiantes, la APAC y demás estamentos.

¿Qué importancia tiene ese trabajo en conjunto, entre estamentos?

Hay que mantener la llama encendida en el corazón de cada exalumno del colegio. No podemos permitir que el colegio decaiga. Las crisis que puedan tener lugar no deben ser simple espasmos en las actividades, sino que debe existir un interés constante, porque finalmente, el semillero y nutriente de la asociación, es el colegio. Si no luchamos por un colegio mejor, que respete su historia y trayectoria, perderemos parte de nuestro propio patrimonio.

¿Cuál fue la principal responsabilidad que tuvo como presidente?

Fue una época muy importante, en la que tomamos la iniciativa del proyecto y construcción del Leon Condou, como centro de actividades, no exclusivamente para el deporte. No fue fácil, porque como todo movimiento disruptivo, tuvo algunas dificultades. Pero, finalmente, lo que pensábamos y soñábamos en aquel momento se hizo realidad.

¿Cómo encararon la búsqueda de medios económicos para concretar el proyecto?

El León Condou es el resultado de una gran contribución de exalumnos, del colegio y de personas que integraron la comisión constructora. Grandes empresas de aquel momento, de arquitectura y construcción, encabezadas por exalumnos, donaron sus honorarios profesionales – los costos de obra sí había que pagarlos, como es natural. Y, por supuesto, el colegio también aportó una cifra importante. Quizás algunas cosas que pensábamos hacer no fueron posibles, debido a la magnitud del reto que teníamos por delante. Pero finalmente resultó una infraestructura que ha quedado para la posteridad.

«Si no luchamos por un colegio mejor, que respete su historia y trayectoria, perderemos parte de nuestro propio patrimonio»

¿Nos podría contar cuáles fueron las actividades organizadas para la inauguración?

Hicimos un evento musical, con invitados internacionales. Luego de este primer evento, hubo actividades propias del colegio, como actos de graduación y otros acontecimientos importantes para la institución. Pero, realmente, a nuestro periodo directivo le tocó ver poco de lo que se hizo luego de la finalización del León Condou; principalmente nos tocó la recaudación de fondos, desarrollo del proyecto y construcción del mismo.

Pero tuvimos la satisfacción de inaugurar y poner a disposición de la sociedad esta obra que, además, representa el espíritu del colegio y de aquel gran sacerdote Leon Condou, a quien hemos inmortalizado en esta construcción.

Actualmente, también existen proyectos relacionados al mejoramiento de la infraestructura de la asociación, ¿cómo cree que se podría incentivar a los exalumnos para aportar y contribuir en esta tarea, así como se hizo durante su periodo como presidente?

En primer lugar, es importante mantener la cercanía con la gente. Esto significa trabajar con las nuevas generaciones, nuevas promociones de exalumnos. El torneo de fútbol de exalumnos, que hoy día tiene vida propia, ha tenido una evolución notable y permite la interacción. Ha sido importante también la incorporación de las alumnas, que enriquecen el patrimonio social de nuestras actividades. Existe una mística y celo propio que caracteriza al exalumno, y eso se convierte en una fortaleza anímica o espiritual que nos ha sostenido y nos continuará sosteniendo.

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