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Entrevista a Gustavo Morales, exalumno de la promoción de 1982
Gustavo Morales, exalumno de la promoción de 1982, fue jefe de campamento en dos oportunidades, en 1981 y en 1982. Le tocó una época en la que el campamento resurgía, luego de un periodo de suspensión. A continuación, nos cuenta algunos detalles que recuerda de aquel entonces.
¿Puede contarnos su experiencia con los campamentos?
Empecé a ir a los campamentos en el año ‘79, aproximadamente, cuando se volvieron a realizar luego de una larga suspensión de los mismos. En aquel año se realizó el campamento en San Bernardino, pero se dormía en carpas y se realizaban los asaltos dentro de la casa. Desde entonces, seguí yendo todos los años. Fui acampado, jefe de grupo, comando y, finalmente, jefe de campamento.
¿Recuerda algo característico de su primer campamento como jefe?
Fui jefe de campamento en el año ’81 y en el ’82. El primero fue parte de la iniciativa de realizar un campamento, idéntico al que se realizaba en secundaria, pero para primaria. La intención era que los menores tengan la posibilidad de conocer esta actividad y, de esta manera, al llegar a secundaria, estar más familiarizados. Se realizaron asaltos, se hizo guardia… todo con el mismo estilo del “campamento grande”.
¿Y de su último año?
Se realizó en julio del ’82. Realizamos todas las actividades que se hacen en el campamento: la formación, izar la bandera, formar grupos, realizar deportes, actos culturales, fogones, peñas y, por supuesto, los asaltos, que son la esencia del campamento.
¿Qué significa el campamento?
Para mí, el campamento representa un lugar de unión. Convivíamos los más grandes con los más chicos, todos con los mismos ideales. De ahí se formaron grandes amistades, que conservamos hasta hoy día. Creo que pocos colegios tienen el privilegio de tener exalumnos tan unidos, luego de tanto tiempo.
«Los fogones, las peñas, era parte de lo que se esperaba»
Al realizarse los campamentos luego de un periodo de suspensión, ¿cuál fue el nivel de participación?
Muchísimos participantes. En el que realizamos con alumnos de primaria, fueron alrededor de noventa. En secundaria iba más de un centenar, porque asistían desde primero hasta último curso. Además, luego de que el director Joaquín Chivite volviera a establecer el campamento, incluso llegaron exalumnos para apoyar, así que se mezclaron alumnos y exalumnos.
¿Recuerda alguna anécdota…?
De mi año recuerdo especialmente los fogones, las peñas, muy simpáticas y divertidas, los teatros… era parte de lo que la gente esperaba, para compartir. Y, al día siguiente, se comentaban los sketch, muy entretenidos. Y, por supuesto, los asaltos. De ellos hay miles de anécdotas. En el predio se montaba la guardia, a veces esta llegaba después de los asaltantes, o estos entraban a la casa antes para sorprenderla y tomar la bandera, etc. También ocurría que la guardia se quedaba dormida, etc. Recuerdo que sufrimos asaltos incluso de otros colegios; una vez vinieron del liceo Acosta Ñu a asaltar, y después del asalto, luego de haberles perseguido hasta la ruta, se quedaron un rato a compartir con nosotros.
Otra anécdota: si el campamento caía en época de Semana Santa, íbamos a participar a la iglesia de los oficios típicos. Durante el lavatorio de los pies, recuerdo que el sacerdote invitó a los acampados a pasar adelante, y – considerando que en el campamento estos se bañaban de vez en cuando – al momento de poner los pies en el recipiente con agua, esta se volvió negra inmediatamente. Eso causó muchas risas.
¿Qué opina de los objetivos de la realización del campamento?
Aunque hoy día creo que es una actividad que se realiza en forma más bien paralela al colegio, y en nuestra época era más oficial – incluso el director participaba, hasta de asaltos -, creo que conserva la esencia y lo que vivimos en aquella época. Fundamentalmente, es un evento que ayuda a la unidad del colegio.
¿Qué aspectos del campamento fueron sus preferidos?
Compartir con los compañeros, participar en los deportes, en los asaltos, creo que eso es lo más atractivo del campamento. Cuando éramos acampados incluso íbamos una semana antes, para sorprender a los comandos, preparar ciertas travesuras típicas. Y, cuando fui comando, o me tocó ser jefe de campamento, también íbamos antes para planificar, armar los horarios correspondientes, etc.