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Entrevista a Luis Anibal Ayala, exalumno de la promoción 1971.
Probablemente no hay momento más significativo para un miembro de la banda lisa del san José que ser electo como palo mayor de la misma. Uno de los que vivenció en carne propia esta experiencia fue luis Aníbal Ayala, quien a principios de los 70 tuvo a su cargo liderar las marchas sanjosianas en los muy recordados desfiles de la época.
¿Cuáles eran los criterios para designar al Palo Mayor?
Siendo honesto, no sé cuáles eran los criterios de los curas de aquel entonces para designar al Palo Mayor del colegio. Solo recuerdo que fue el Padre Aurelio Villamor (Pa’i Kennedy), quien una mañana me dijo que yo sería ese año el Palo Mayor de la Banda Lisa del colegio, el año anterior yo había sido uno de los clarines de la misma.
Supongo que alguna confianza habrá tenido en mí el Pa’i Aurelio, realmente él era un buen amigo mío y de toda mi familia, el escondía mis travesuras y algunas malas notas a mis padres. Una vez me firmó mi libreta de calificaciones, pues yo no me animaba a mostrársela a mis padres.
Los curas eran nuestros amigos y les teníamos mucho respeto, pero también había mucho cariño hacia ellos. Tal vez aquí encontremos el criterio buscado de cómo entonces se asignaba al Palo Mayor.
¿Qué significaba para el Palo Mayor ser elegido como tal?
Ser el Palo Mayor era lo máximo, encabezar el desfile de nuestro querido Colegio San José era un gran orgullo. Saber que uno estaba llevando el ritmo de los pasos del desfile de cientos de compañeros y alumnos no es poca cosa. Sentir que detrás de uno estaban los clarines y tambores que eran formados por alumnos del 6to y 5to curso era una gran alegría.
Estábamos todos juntos dando el ritmo y acompañamiento a nuestra canción Patria Querida que entonábamos con orgullo al pasar frente al Palco Oficial, que era presidido por el presidente de la República y altas autoridades del gobierno.
Escuchar y sentir que al pasar nuestro Colegio San José ante la gente que se apostaba en los costados de la calle éramos aplaudidos y vitoreados por nuestros padres, amigos, familias y ex alumnos del colegio era hermoso. Deseábamos que no terminara nunca el desfile. Todos estábamos radiantes de alegría.
Los curas iban también desfilando con nosotros, cuidando que en ninguna fila hubiera algún desastre. Había en cada curso algún alumno a quien se debía tener bajo permanente control.
¿Cómo se entrenaba?
Eso era lo mejor de ser asignado. Como el prefecto de los mayores era justamente el Padre Aurelio Villamor, yo tenía permiso suyo para salir una hora por día del horario de clases para ir al patio a ensayar. Era la envidia de mis compañeros. Me encantaba no estar en clases.
Entre la Iglesia y la avenida de palmeras era mi lugar favorito de entrenamiento. Ahí lanzaba al aire el Palo Mayor y trataba de volver a agarrarlo antes de caer al suelo, ya que si se te caía en el desfile era un quemo. Había que entrenar, coordinar los pasos, lanzar al aire el palo y volver a agarrarlo elegantemente. Todo un desafío.
A pesar de todo mi entrenamiento, el día del desfile del 14 de Mayor por la calle Palma yo estaba bastante nervioso y no se me tenía que caer el Palo Mayor al ser lanzado al aire. Al llegar el desfile a la esquina de Palma y 14 de Mayo, lancé el palo al aire y una ráfaga de viento me jugó una mala pasada.
Cayó el palo fuera del alcance de mi mano y rodó por el suelo, lo recogí avergonzado y no recuerdo si me animé a volver a hacer alguna pirueta rara.
¿Contaba con la ayuda de algún alumno o exalumno mayor para practicar?
Recuerdo vagamente haber sido ayudado en los primeros pasos por el anterior Palo Mayor de la promoción de 1970. También el profesor de gimnasia Walter Chamorro me acompañaba de vez en cuando y habrán sido unos dos meses de entrenamiento antes del desfile. Unos 15 días antes, al terminar de tarde el horario de clases, con toda la Banda Lisa solíamos dar unas vueltas alrededor del colegio para ir afinando los pasos, ritmos y sonidos de los clarines y tambores con el Palo Mayor. no recuerdo bien, pero creo fuimos unos 25 a 30 alumnos.
Las actuales generaciones que tienen la bendición y responsabilidad de seguir velando por nuestras ricas y gloriosas tradiciones.
¿Alguna anécdota de la época?
En ese año de 1971 hubo dos desfiles, el tradicional del 14 de mayo que se hizo por el centro de Asunción, sobre la calle Palma, y el que se hizo en el campo deportivo del colegio durante el día de la inauguración. Desfilamos alrededor de la cancha grande, en el palco estaba sentado junto al director del colegio el presidente Alfredo Stroessner.
Yo tenía barba y al pasar yo frente al palco con el Palo Mayor, el presidente preguntó a nuestro director quien era ese alumno, ya que no le gustaban para nada las personas con barbas. Eso era un pecado en ese entonces. Los barbudos eran personas peligrosas y subversivas según el gobierno.
¿Cómo eran los desfiles a principios de los 70?
Era un día esperado por todos los colegios, se hacían sobre la Avda. Mcal. López o en el centro de Asunción. Era un día en que cada institución lucía sus impecables y lindos uniformes y sus bandalisas coloridas. Particularmente opino que eran más lindas las bandas integradas por chicas y varones. nos era impactante ver a una chica de un colegio llevar el Palo Mayor. Era el día de encuentro entre amigos y amigas de distintos colegios, de ver a la noviecita o pretendiente de otros colegios, era un día festivo y muy sano. no estaba la costumbre de las bebidas alcohólicas y mayores desmanes. Hermosos recuerdos tengo de esos días.
¿Cree que la implicancia de ser Palo Mayor ha cambiado con el tiempo?
Realmente no sabría decir eso, creo que los tiempos han cambiado mucho y no puedo opinar sobre cómo se vive hoy en el colegio un desfile estudiantil y el ser designado Palo Mayor.
¿Algo que quiera añadir?
Solo añadir la alegría de haber pertenecido 12 años a nuestro querido Colegio San José y decir a las actuales generaciones que tienen la bendición y responsabilidad de seguir velando por nuestras ricas y gloriosas tradiciones. Les aseguro que, pasado el tiempo escolar, siempre recordarán que los mejores años de sus vidas los habrán pasado bajo el techo de nuestro gran colegio.
Me alegro enormemente de la incorporación de las sanjosianas, que estoy seguro nos darán nuevas coronas de gloria y orgullo para la historia eterna y hermosa de nuestro gran colegio San José. Que Dios y la Virgen de Betharram sigan bendiciéndonos a todos.