En una época de avances médicos acelerados, debates sobre salud pública y crecientes desafíos para los profesionales de blanco, el testimonio de quienes viven la medicina desde adentro resulta especialmente valioso. La cirugía, con sus exigencias técnicas, humanas y éticas, representa uno de los campos más demandantes y, al mismo tiempo, más vocacionales de la práctica médica.
Una mirada honesta, crítica y profundamente humana sobre lo que significa ejercer la medicina en Paraguay.
Jorge Bonnin, exalumno del Colegio San José (Promoción 2004), es hoy un reconocido cirujano formado en el Hospital Central del IPS. En esta entrevista, repasa los momentos clave de su trayectoria, reflexiona sobre la evolución tecnológica del sector, los obstáculos del sistema de salud y los valores que considera esenciales para quienes eligen este camino.
Desde que empezamos el bachillerato en Ciencias en el Colegio, siempre me atrajo el estudio del cuerpo humano, la anatomía y la fisiología, pilares fundamentales en los primeros años de la carrera de Medicina. La excelente formación en Química y Física que nos brindó el San José ayudó bastante a poder entrar al cuadro de honor en el Ingreso de Medicina en la Universidad Católica de Asunción.
Durante toda mi carrera tuve una especial atracción hacia las materias quirúrgicas, desde una de las primeras materias de la carrera, que es Anatomía, hasta los últimos años, donde hacíamos rotaciones por diversas áreas del Hospital Central del IPS y centros periféricos.
La Cirugía, como toda especialidad médica, debe gustarte desde el inicio o, en su defecto, es muy difícil que puedas sobrellevar esta difícil especialidad. Tuve la suerte de tener un excelente plantel de cirujanos docentes durante la carrera, que hizo más fácil tomar la decisión de formarme en el ámbito quirúrgico para el resto de mi vida profesional.
En el año 2011 iniciamos la residencia de Cirugía General en el Hospital Central del IPS, un reto bastante importante ya que debíamos estar a cargo de una gran cantidad de pacientes con todas las patologías que alguien pueda imaginarse, puesto que tuvimos, junto a 9 compañeros, el privilegio de formarnos en el Servicio de Cirugía más grande del país, en el Hospital que comparte dicha característica.
La residencia, mucho más que una experiencia profesional, es una experiencia de vida, donde realmente forjás el carácter necesario para poder llevar a cabo el difícil trabajo de tomar decisiones que influyen en la salud y la vida de todos los pacientes que llegan a tus manos.
Fuera del ámbito quirúrgico, normalmente se cataloga como “buen cirujano” al que tiene buenas manualidades para desarrollar un acto quirúrgico, pero realmente lo que distingue a los cirujanos excelentes es la capacidad de discernir cuándo operar y cuándo no operar a un paciente, para poder ofrecer otro tratamiento que no siempre se realiza en un quirófano.
Un buen cirujano es aquel con la experiencia y templanza suficiente para poder ofrecer el mejor tratamiento a cada paciente, para curarlo o acompañarlo, dándole la mejor calidad de vida posible, de acuerdo a la patología que tenga esa persona.
La principal amenaza a los profesionales médicos en nuestro país es la falta de recursos e infraestructura para desarrollar una medicina correcta y que realmente pueda beneficiar íntegramente al paciente. Esa característica, que es más regional que nacional, está acompañada de un aumento sustancial de demandas sin fundamento hacia el profesional médico, que está llevando a que una gran cantidad de profesionales de blanco estén desarrollando una “medicina defensiva.
Se realizan procedimientos, estudios, análisis, que, junto a otras necesidades logísticas para evitar conflictos legales, hace que tengamos un proceso mucho más lento antes de obtener un diagnóstico o instaurar un tratamiento necesario para el paciente. Esperemos que, eventualmente, las autoridades de nuestro país puedan llevar a cabo de forma seria y honesta los proyectos para mejorar la calidad de atención en Salud Pública.
La salud en el Paraguay posee un atraso significativo en comparación con todos los países de la región, lo que hace que la excelente capacidad de muchos profesionales de blanco solamente pueda ser aprovechada en el exterior, donde poseen los medios tecnológicos y de infraestructura necesarios para poder aplicar los conocimientos obtenidos en la especialidad pertinente.
Para un cirujano es muy importante estar a la vanguardia de los tratamientos y manejo de medios tecnológicos para poder ofrecer realmente una solución a las dolencias del paciente que acude buscando una respuesta.
Soy realmente afortunado al formar parte de un equipo quirúrgico que está actualizado con los tratamientos actuales a nivel mundial y, además, gracias a la inversión privada del grupo sanatorial más grande del país que tomó la excelente decisión de dar un paso enorme hacia adelante en tecnología en salud al adquirir un equipo de vanguardia a nivel mundial para la realización de cirugías robóticas, único en el país, que ayudará a que podamos estar un poquito más cerca de poder ofrecer el tratamiento más actualizado y adecuado a nuestros pacientes.
La materia pendiente es que las autoridades del Ministerio de Salud y de la Seguridad Social del Paraguay puedan tener la misma visión que este gran grupo emprendedor, que gestiona correctamente los procesos adecuados para que por lo menos podamos tener centros de alta complejidad (privados) en el país y acortar la brecha en cuanto a calidad en salud con los diversos países de la región.
La Residencia está llena de casos curiosos, memorables, casi siempre agradables y a veces no tanto, pero tiene una particularidad tremenda que me atrevo a comparar con el Colegio de San José, que es la hermandad que se genera con los compañeros residentes.
Creás amistades y lazos irrompibles con una intensidad similar a la que generamos en las aulas y pasillos de nuestro querido Colegio, así que no recuerdo un caso específico, pero nunca voy a olvidar los días, noches y madrugadas con los hermanos de la residencia de Cirugía General.
Dentro de los múltiples casos que me tocó atender desde 2011 hasta el día de hoy, recuerdo bastante a muchos alumnos, exalumnos y compañeros que acudieron para un consejo, una derivación con otro profesional o algún tratamiento quirúrgico, con quienes siempre se logra una conexión diferente por el privilegio que tuvimos de formar parte de esta distinguida condición de haber formado parte del San José, y esa extraña sensación de querer ayudar un poco más a un sanjosiano a pesar de no conocerlo personalmente.
En estos tiempos en los que la intensidad marca el día a día, donde la inteligencia artificial va ganando terreno a una velocidad hace poco inimaginable, donde las redes sociales ocupan un espacio inmenso dentro de la cotidianeidad de cada persona (y los profesionales médicos no están ajenos a esta circunstancia generacional), me parece muy importante recalcar —y de hecho lo hago con cada uno de mis alumnos en las carreras de Medicina y de Nutrición, así como a los residentes de Cirugía con quienes me toca compartir recorridas, urgencias y largas horas de quirófano— que cuando trabajamos con la salud y la vida de las personas lo más importante es centrarse en ser empáticos y respetuosos.
Es fundamental saber que ese paciente está pasando por una situación delicada, darnos cuenta de que, aunque sea nuestro día a día, nuestra responsabilidad es inmensa, ya que cada uno de ellos deposita su confianza íntegramente en nosotros.
Debemos hacer todo lo que está en nuestras manos para ofrecerle, de ser posible, una curación a esa dolencia. Y en los casos en que no podamos, por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, siempre ofrecerle alivio, cuidado y acompañamiento.Los mejores médicos son los que se centran en ver a sus pacientes como personas íntegras y no como un caso con una enfermedad.
Ya hace 150 años el Dr. William Osler, uno de los fundadores del Johns Hopkins de Maryland, destacó con la siguiente frase uno de los enunciados más importantes para todas las generaciones médicas pasadas y actuales: “El buen médico trata la enfermedad; el gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad.”
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