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Entrevista a Andrés Corna, exalumno de la promoción de 1995
El rugby enamora a quienes lo conocen y pasa a convertirse en una parte fundamental de sus vidas. Así también ocurrió con Andrés Corna Lloret, exalumno y jugador, quien nos cuenta las grandes enseñanzas que este deporte le inculcó.
¿Cómo se inició en el rugby?
No recuerdo bien cómo me inicié en el rugby. No sé cómo conocí el deporte, creo que a través de mi hermana mayor y de algunos compañeros que ya jugaban. Fue así que, a finales de 1986, a los 9 años, mi hermana me llevó a ver un partido de la 7ª División. En esa época se jugaban todos los partidos de infantiles en el Asunción Rugby Club los domingos a la mañana. Llegué y el entrenador, que era Sergio Cabrera, me ofreció entrar a jugar, pero yo no me animé. El siguiente fin de semana, y con un entrenamiento en mi haber, debuté en la 7ª División del San José.
¿Qué lo motivó a seguir entrenando y profesionalizándose en este deporte?
El amor por el rugby fue instantáneo. Siempre fui muy deportista. En época del colegio estaba en los equipos de atletismo, fútbol, volley y rugby. De a poco el rugby se convirtió en uno de los pilares de mi vida. Era para mí una responsabilidad y una obligación estar siempre. Lo sentía casi como un trabajo. En época de facultad estudiábamos a la noche y mis compañeros de estudio me esperaban cuando iba a entrenar, y al volver seguíamos estudiando. Se convirtió también en la manera de mantener los lazos con mis amigos y compañeros de colegio, ya que gracias al rugby nos veíamos los martes, jueves y sábados.
¿Cómo llegó Ud. a involucrarse con el San José Rugby?
Toda mi vida y la de mi familia estuvieron siempre unidas al San José. Mi abuelo es exalumno de la promoción 1924, mi papá es de la promoción 1956, yo soy de la promoción 1995 y mis hijos, si Dios quiere, serán exalumnos de las promociones 2024, 2027 y 2034. Tenemos 100 años de historia dentro del San José. Además, mi abuela formó parte de las enfermeras que sirvieron en el colegio en época de la guerra del Chaco y mi mamá fue profesora del colegio San Miguel de Garicoits, de la Congregación, durante 25 años.
«El rugby es un medio para ser cada vez mejor persona y agradezco a mis entrenadores, que dieron su tiempo y conocimiento, a cambio de nada»
¿Cómo cree que este deporte ha impactado en su formación y desarrollo personal?
El rugby es un deporte muy especial y enseña muchísimas cosas útiles para la vida. El rugby enseña sobre la unidad, nos enseña a pelear todos juntos para ganar 1 metro en la cancha y que nadie es más importante que el equipo. Nos enseña sobre el respeto, que el árbitro siempre tiene la razón, nos enseña sobre la honestidad, sobre la humildad, sobre no burlarse del rival, sobre lograr en base al sacrificio los objetivos. Nos enseña a controlarnos, a recibir golpes y no devolverlos, a levantarnos al caer y a ayudar a levantarse a los demás. Nos enseña que todos somos importantes y nadie es más que otro, que todos nos necesitamos. Y, gracias a Dios, siempre tuve excelentes entrenadores que supieron pasarme con el ejemplo los valores del juego y me enseñaron más allá de la técnica, grandes lecciones para la vida diaria.
¿Algún mensaje que quiera transmitir a los rugbiers más jóvenes y a quienes recién empiezan este recorrido?
El rugby es un medio para ser cada vez mejor persona. Es un deporte de conjunto donde la diversión se da siempre en grupo. El 100% de mis recuerdos, de mis logros, de mis anéctodas y mejores vivencias en el rugby son siempre en grupo; siempre acompañado y nunca solo. Ser jugador de rugby implica un compromiso con uno mismo y con los compañeros que están a lado dentro y fuera de la cancha. El grupo espera que demos lo mejor de nosotros y debemos ser conscientes que lo mejor de nosotros solo lo podemos dar preparándonos para ello.
¿Algo que quiera añadir?
El San José en general es parte importante de mi vida y doy gracias a Dios y a la Virgen de Betharram por la posibilidad de ser parte de esta familia. En el San José me bauticé, hice mi Primera Comunión, mi Confirmación, me casé y bauticé a mis hijos. El colegio me dio las bases de lo que soy y el rugby ayudó a mi formación de manera incalculable. A los que están ahora en esa etapa les digo que disfruten cada momento. Que aprovechen todas las oportunidades y se involucren en todas las actividades del colegio y del rugby.
Por último, solo agradecer a mis profesores, que siempre dieron mucho más que solo sus conocimientos para mi formación, a mis entrenadores, que dieron su tiempo y conocimiento, a cambio de nada, para formarnos en todos los aspectos del juego y de la vida. A mis padres que me hicieron del San José y me apoyaron en todas las actividades que encaraba y a mi señora, que caminó y sigue caminando a mi lado en este trayecto celeste y blanco.