Compartir
Entrevista a Franco Boccia, exalumno de la promoción 2016
Franco Boccia ha practicado rugby desde los 13 años. Este deporte fue un medio para fortalecer aún más la amistad con sus compañeros, disfrutando momentos de calidad y viviendo una experiencia que, hasta hoy, le llena de gratificación.
¿Cuál ha sido su experiencia con el rugby?
Comencé a jugar rugby, realmente competitivo desde los 13 años de edad. En ese momento, el club se encontraba en una situación difícil, o como mínimo, saliendo de una situación adversa, donde la historia marcó un antes y un después. Fue en ese momento donde los amantes del club aportaron su grano de arena, desde donde les tocaba, como podían, en el mayor porcentaje de tiempo que su rutina les permitía.
Coincidentemente, dentro de esos años de reinvención, un gran grupo de amigos del colegio, incluyéndome, decidió empezar a practicar rugby, y hubo una conexión instantánea entre el deporte, los amigos y el entrenador – al cual tengo que destacar su tarea para con mi camada y formación como rugbier -, Rubén “Rata” Careaga. Él nos apadrino, nos enseñó y mostró el deporte con sus mismos ojos, con su misma pasión, con su locura positiva, y sobre todo su servicio al club.
Sin saberlo, en ese 2012, en una cancha de tierra del parque seminario, con poca luz, pero muchas ganas, empezó nuestro crecimiento deportivo. Con el tiempo creamos una sensación en el colegio, se iba sumando gente de todas las edades, las prácticas se llenaban y nosotros, realmente, pasábamos bien, pasábamos un momento de calidad.
El sanjosiano entiende que sus amigos son prioridad, y esta no era la excepción; ese grupo estaba unido todo el tiempo, de día en clases, de tarde en la quinta, de noche en las prácticas. Había una simbiosis, chistes característicos del grupo, los simpáticos de siempre, amistades nuevas, amistades antiguas que se forjaban, y eso se sentía y se transportaba a todos los ámbitos, desde el campamento hasta las canchas. En el campo de juego éramos el fiel reflejo de cómo fuimos afuera de ella.
Esa amistad se mantuvo durante todas las inferiores, esa unidad nos convirtió a casi todos los de esa camada a deportistas de alto rendimiento, jugadores de primera del club, inclusive, como jugadores de selección. Es innegable que todo esto motivó y mantuvo mi pasión por el deporte a lo largo de todos estos años.
Quizás – y aprovecho la ocasión para decirlo – todo se lo debo a mis queridos amigos del colegio y al club, que se convirtió en una segunda casa para todos nosotros. Todos los logros que alguna vez obtuve como rugbier, vinieron por añadidura a los momentos de dedicación y esfuerzo pasados en el club.
¿Cree que el San José aporta al rugby valores, añadidos a los ya propios del deporte’
Considero que – para entender un poco mejor mi perspectiva en cuanto a la pregunta – viene al caso traer a colación una anécdota vivida en una final contra nuestro clásico rival: el Curda. Veníamos de un año excelente, estábamos terminando el año invictos, jugando al rugby de manera espontánea, dinámica, protagónica.
Era la final del torneo, y la verdad es que, comparado con el juego demostrado durante todo el año de esa m-16, la final la jugamos, simplemente, mal. Con muchos errores, pero, a pesar de eso, la ganamos. Después de la victoria, el presidente que ocupaba el cargo, Ariel Bierdermann, entró al vestuario y dijo: “Es difícil ganarle a un equipo de amigos, y el San José es un equipo de amigos”.
Ser rugbier del San José, por encima de los valores característicos que te da el deporte, te agrega un plus, como persona, como profesional o sencillamente desde el rol que le toque, porque el rugbier del San José siempre suma, siempre da un poco más. Y, quizás lo más lindo de todo, es que no suma solo, suma entre amigos.
Personalmente, aporto un valor más al rugbier del San José, uno que en el deporte se ve en todo momento de forma física pero pasa desapercibido por su repetición: la resiliencia, la capacidad de caerse y volver a levantarse. Porque, si algo aprendí en todas las caídas o derrotas que viví como jugador, fue que siempre tengo que volver a estar de pie, volver a caminar, aprender de esa caída, de ese error o de esa derrota, y levantarme.
¿De qué manera el Rugby San José permite a sus jugadores seguir vinculados al colegio?
Es innegable que, si bien el club es una institución independiente del colegio, es un espacio compartido en mayoría por exalumnos. En mi caso, el vínculo con el deporte fue acompañado, como mencioné anteriormente, por mis amigos y compañeros, y de igual manera lo vivieron otras camadas.
Casi todos mis entrenadores son exalumnos, y las inferiores del club siguen siendo alimentadas en gran parte por alumnos del colegio, o por lo menos, hijos de exalumnos.
Por ende, el vínculo formado con el colegio se vuelve latente en el rugby, no solo por compartir un ambiente acumulado de sanjosianos, sino por la pasión que te transmite ser jugador del San José.
¿Cuáles cree que son características propias del carácter de un rugbier?
El rugbier tiene obligatoriamente que cumplir con ciertos valores, que con la rutina de entrenamientos y partidos se adhiere a la personalidad de este. El respeto es, por ejemplo, uno de los valores que usualmente se ven en un terreno de juego y que cualquier rugbier debería entender y aplicar, hacia el árbitro, hacia el público e inclusive hacia el rival.
El compromiso, extremadamente necesario, el no faltar a prácticas, el correr esos metros más, el estar para tu compañero, de limpiar el ruck, de festejar juntos el try. El sacrificio, en el sentido positivo del valor, el dejar todo en la cancha, el dar todo por tu amigo. La voluntad o la iniciativa, de estar primero, de correr a hacer las cosas antes, de llegar antes a las situaciones del partido, de actuar de cierta manera o de dar el primer tackle.
La formación como jugador va acompañada de la formación como persona. En el rugby y, puedo afirmar con seguridad, en el club, siempre se fomentó el crecimiento y desarrollo personal en conjunto con el deportivo; de nada nos sirve ser buenos deportistas pero malas personas.
¿Cree que hay una diferencia, con el paso del tiempo y generaciones, en el juego de este deporte?
Creo que, como todo deporte, y el rugby no es la excepción, el dinamismo y ciertos aspectos del juego van cambiando o – para no decir “mejorando”, precipitándome a la conclusión que todo cambio es mejor – se van elaborando más. Si no, siempre veríamos los mismos equipos, con los mismos resultados.
Pero, si hay algo que se mantiene en el rugby, es la esencia. Y creo que, sobre todo en el San José: los valores, de un estilo de juego y de vida, de la amistad dentro y fuera de la cancha. Es por eso que creo que lo generacional, por lo menos en el club, se olvida en modo positivo, ya que la amistad en ese grupo trasciende edades. La amistad forjada por el club no se olvida y queda para toda la vida.
¿Algo que quiera añadir o un mensaje que quiera dejar?
Solo que, como exalumno, invito a otros exalumnos a que apoyen al club, que vayan a tomar una cerveza, o ver un partido, a pasar un rato con amigos, a alentar a los jugadores. Es seguro que se encontrarán con un club mejorado en muchos sentidos, pero con la misma esencia y alma que podés encontrar en cualquier institución sanjosiana, un club de amigos.
A los padres les invito a que inciten a sus hijos a probar y jugar rugby. El San José Rugby y Hockey Club hoy en día es la institución más completa para jugar este deporte, cuenta con un centro de alto rendimiento, un predio con tres canchas y espacios varios, los mejores campos de juego.
No se van a arrepentir de apostar por nosotros; la calidad de personas, de socios en el club es distinta a cualquier otro lugar, y la formación personal y amistad que se forja, les será difícil encontrar en cualquier otro lugar. El club en la actualidad otorga todas las armas para un desarrollo personal y deportivo de la mejor calidad.