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Luego de nuestro casamiento, con mi esposa Mariana, descubrimos que habíamos madurado, casi “envejecido” en pocos meses. Hasta que nos dimos cuenta: ¡no era que nos hubiésemos avejentado: es que nuestros amigos que seguían solteros no maduraban! Estábamos “sentando cabeza” y eso implicaba un cambio de paradigma en el uso de nuestro tiempo libre. Estábamos aprendiendo a divertirnos juntos, y eso significaba que nuestra relación crecía y maduraba. ¡Lo que nos estaba pasando era esperable y buenísimo para nuestra relación!
El matrimonio añade una nueva dimensión a nuestras vidas. De pronto, muchas cosas que antes nos parecían totalmente secundarias nos comienzan a parecer primordiales. Y cosas por las que antes hubiéramos dado un riñón y la pierna derecha, nos comienzan a parecer… secundarias. Estoy hablando, claro, de los amigos. Especialmente de aquellos amigos que no aceptan que uno se haya casado y sentado cabeza, y que quieren volver a atraernos “hacia el lado oscuro”, y en ese énfasis de “querer recuperar” a sus amigos, se convierten muchas veces en nuestros peores enemigos.Y en los peores enemigos del matrimonio.
Pero otras veces, esos peores enemigos del matrimonio podemos ser nosotros mismos, cuando inadvertidamente hacemos cosas que perjudican a nuestra relación y/o a nuestro cónyuge, o incluso a nuestros hijos.
¿Cuáles son esos enemigos del matrimonio y de la familia y cómo podemos defendernos de ellos?
Los que te invitan a salir constantemente y proponen lugares “no apropiados”
¿Qué parte del “no” no entendiste querido amigo? Ya sé que estás aburrido y la vida sin mi presencia no tiene sentido. Pero ahora soy una persona casada y no tengo tiempo para ir al Campeonato Intercontinental de Ludo. Sobre todo si ese campeonato tiene lugar en una discoteca con chicas bailando semidesnudas en los parlantes. ¿Comprendes que ahora tengo otras prioridades y que me espera mi esposa en casa para hablar de temas que me interesan a mí y a ella? ¡Gracias por ser tan comprensivo!
Los que se burlan de que solo haces las cosas que tu esposo/a te dice
¿Y a quién quieres que le haga caso? ¿A mi mamá? ¡Para eso me casé, para no tener que hacerle más caso! ¿A tí? Convengamos que no eres el mejor consejero. Me casé con la persona más bella del mundo, que me ama y quiere lo mejor para mí. Y además me lo demuestra todos los días con su paciencia y su cariño. ¿Te molesta que confíe ciegamente en ella? ¡Cuánto lo lamento! ¡Cásate y verás! ¡Es la mejor idea del mundo!
Los que se burlan porque tienes que “pedir permiso” esposa
Como comprenderás, querido amigo, confío en mi cónyuge a ciegas. Y ella confía en mí del mismo modo. ¿Y cómo llegamos a ese grado de confianza? ¡Pues siendo confiables! Si me voy a ir a jugar un partido de fútbol con mis amigos, la cortesía indica que la llame y le avise para que se sienta segura de dónde estoy y qué estoy haciendo. Porque además, ella puede necesitar otra cosa de mí, y si le aviso antes de irme, puedo cancelar este programa tan divertido para ir y hacerla feliz con mi ayuda. Se llama compromiso.
Los que hablan cosas malas de su esposa o esposo
¿Has oído hablar del club de Fans de mi esposa? ¡Yo soy el presidente y principal miembro! ¿Que mi esposa tiene defectos? ¡los tiene! como todo ser humano, pero eso no significa que tengo que comentarlos cada vez que se me ocurre para yo quedar bien parado. Además sus cualidades positivas son mucho más importantes que esos defectos que todos tenemos.
Los que hablan mal de matrimonio y de las personas que están casadas
A ver, querido amigo, ¿Cómo te lo explico? Casarme fue lo mejor que me pasó en la vida. Yo entiendo que tienes tus reparos, pero eso no quiere decir que tenga que soportar tus sermones en contra del matrimonio. Comprendo que quieras seguir solo, pero, ¡yo soy inmensamente feliz con mi esposa! ¿Qué te hace creer que lo que me dices va a cambiar mi modo de ver el matrimonio? Si yo he tomado la decisión de casarme es porque asumí un compromiso y debo esforzarme para que este se mantenga, entonces no me ayudan tus comentarios.
Los que no colaboran en casa
Hombres y mujeres somos muy distintos al llegar a casa. Los hombres creemos que el día ya está cumplido. Y para las mujeres, el día no hace más que comenzar. Si ambos trabajan fuera de casa, ¿qué nos hace creer que podemos tirarnos a hacer nada mientras la mujer trabaja abnegadamente para la familia dentro de la casa? Si bien es cierto que el hombre necesita el “reposo del guerrero” al volver a casa, ese reposo, puede ser de media hora o cuarenta minutos, y después, ¡A ayudar, amigo, que las cosas no se hacen solas en la casa! ¡Es tu esposa, no tu empleada!
Los que se burlan de su propio cónyuge
¿Te parece eso le dices en público? ¿Qué no se dirán en privado? Cuando te casaste con ella o él, ¿no era que habías prometido amarlo y respetarlo? ¡No te burles en público de tu cónyuge, se ve horrible! Si no lo puedes alabar, ¡entonces cállate! Pero mucho mejor, elógiale lo que tenga de elogiable, y sufre con paciencia lo que tenga de criticable.
Los infieles
Y cuando digo infieles, no me refiero solamente a los que concretan las infidelidades. Me refiero a los que no pierden oportunidad de coquetear con cualquiera que se ponga a tiro. Los que no tienen ojos solo para su esposa. Los que miran pornografía. Los que tienen amistades con personas del otro sexo a espaldas de su cónyuge. La fidelidad tiene que ser no solo de apariencia. El corazón tiene que ser fiel a nuestro cónyuge.
¿Qué tienen en común todos estos enemigos del matrimonio? Todos tienen que ver con algún grado de inmadurez. El amor conyugal pide la madurez de ambos cónyuges, y muchas veces nos cuesta madurar, por crianza o por un ambiente hostil, que incluye a nuestros amigos. ¡Pero de esa madurez surgen muchísimos beneficios! ¡Toda la felicidad conyugal depende de que la entrega de nuestro amor sea total y sin fisuras. ¿Tenemos que deshacernos de los amigos inmaduros porque sean enemigos declarados del matrimonio? ¡Por supuesto que no! Podemos contestarles con caridad y con humor, como intenté esbozar en las primeras imágenes de esta galería. Y las que dependen de nosotros ¡Por supuesto que las tenemos que cambiar! El matrimonio es como un jardín que, para que de buenos frutos requiere que lo cultivemos todos los días un poco. Si no lo cultivamos, en poco tiempo las malas hierbas crecen y se llevan todos los frutos. Si en cambio ponemos un poquito todos los días, en poco tiempo estaremos recibiendo frutos más que abundantes.
Para revisar personalmente y luego en pareja: ¿Me dejo influenciar por alguno de estos pésimos amigos del matrimonio? ¿Hablo bien de mi esposa o esposo? ¿Hablo bien de mi matrimonio? ¿Tengo espíritu servicial para con mi esposa y con mis hijos? ¿Soy fiel desde lo más profundo de mi corazón?