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Entrevista a Fernando Filártiga, exalumno de la promoción de 2004
Fernando Filártiga perteneció a la promoción que reactivó la Academia de Historia, luego de que esta se encontrase suspendida. Al volver a inaugurar este espacio, tuvieron lugar importantes actividades que remarcaron la excelencia y la seriedad del estamento.
Respecto al funcionamiento de la academia, luego de que esta volviera a abrir sus puertas, Fernando Filártiga afirma que esta se desempeñó como “un estamento activo y pujante del colegio”.
¿Cómo llegó a la Academia de Historia?
Comenzamos en el 2004, año del centenario del colegio y de nuestra graduación, la “Promoción del Centenario”. Era un ambiente de puro entusiasmo, queríamos aprovechar al máximo cada día y actividad en el colegio. Con un grupo de compañeros nos propusimos recuperar la Academia de Historia, en ese entonces clausurada. ¿Cuándo mejor que en ese momento? Investigamos antecedentes, conversamos con exalumnos y profesores, redactamos un borrador de estatutos, diseñamos un escudo, logo e iniciamos las sesiones semanales, insertándolas al calendario oficial.
Si bien la academia comenzó a funcionar a principios de aquel año, la ceremonia de apertura tuvo lugar en la semana de festejos por el centenario, entre los actos conmemorativos. Fue un acontecimiento memorable, con invitados especiales como el Padre César Alonso, el Arzobispo Pastor Cuquejo, exalumnos como Jerónimo Irala Burgos, entre otros. El profesor José Antonio Moreno Ruffinelli pronunció el discurso de apertura.
En el mismo acto, inauguramos el museo del colegio, una iniciativa emblemática que resultó en éxito contra todo pronóstico, por la falta de tiempo y presupuesto. De la apertura de la academia pasamos al museo y dimos una visita guiada a los asistentes, entre ellos invitados ilustres y toda la comunidad sanjosiana.
¿Cuál es el “posicionamiento” que tenía el estamento, en su época, al compararlo con otros?
Empezamos y continuamos muy bien. Había mucho entusiasmo, reitero, mucha participación. Organizamos sesiones especiales con los historiadores Alfredo Viola y Manuel Pessoa, ambos ya fallecidos. Sellamos una alianza con la Academia Paraguaya de Historia, la más importante de su tipo en el país, y participábamos asiduamente de eventos y actividades en su sede, la que fuera residencia del Dr. Andrés Barbero, donde también funciona la Sociedad Científica del Paraguay.
Realizamos sesiones conjuntas con el Colegio Nacional de la Capital, el Monseñor Lasagna, entre otros. En suma, la Academia de Historia adquirió relevancia rápidamente y en pocos meses era como si nunca hubiese dejado de funcionar: un estamento activo y pujante del colegio.
¿Qué aspectos del carácter de la academia considera más atractivos para un estudiante?
San José siempre se caracterizó por la buena formación en humanidades y especialmente en historia. La academia revivió esa tradición y brindó un espacio ameno para que los estudiantes pudiéramos proponer temas, muchas veces no convencionales, y discutirlos entre nosotros en acalorados debates.
Teníamos ejes temáticos por temporada, siendo algunos de ellos las guerras mundiales y la historia del colegio. La interacción con historiadores de primera línea que nos visitaban y otros con quienes entablamos contacto en la Academia Paraguaya de la Historia era fluida, altamente formativa e interesante.
¿Cree que hay algunos valores únicos de la academia…?
No únicos, porque los valores son del San José y se comparten en todos los estamentos. Pero sí valores que podíamos atesorar especialmente en la academia, como el amor al colegio en función de su historia muy particular, rica y diferente a la de cualquier otra institución de enseñanza en el Paraguay. También recojo aquello que era la base de nuestra cultura cívica adulta y alimentábamos en la academia: la toma de posiciones ante la realidad, la visión crítica del pasado a partir de la cual proyectábamos un futuro mejor.
¿Por qué recomendaría a un joven pasar por esta academia?
Conocer la historia hace a la esencia del auténtico sanjosiano y es condición para influir en ella y mejorar la realidad. El San José nos forma para contribuir a la sociedad, para escribir nuestra historia como país. Ese es el sentido de la enseña del Padre Alonso: “Adelante, siempre adelante hasta alcanzar la estrella”. ¿Qué es la estrella si no un Paraguay mejor? Seguir adelante es construirlo sin descanso.
¿Qué aprendizajes puede llevarse un alumno que haya sido parte de este estamento?
Mayor conocimiento de la historia del colegio, su rol en la historia del país, la historia nacional, la historia universal y, sobre todo, el entrenamiento en formarse una visión crítica para ser un agente de progreso y transformación.
¿Algunos consejos que daría a los alumnos, para mantener vivo este espacio?
Valorar la Academia de Historia dentro de esa tradición de excelencia en humanidades, tan propia del San José. Uno conversa con antiguos exalumnos y recuerdan la Historia de la Civilización de B. Sarthou y G. Mourie como el misal del sanjosiano. Explico para los más jóvenes: Se trata de un libro de la editorial FVD que resume magistralmente la historia universal y era de lectura y conocimiento obligatorios en el colegio.
Nos contaban que los exámenes orales más exigentes se realizaban sobre ese texto y luego los graduados del San José descollaban en humanidades en la universidad, así como en todas las demás ramas del saber.
También les sugeriría mantener vivos los vínculos externos. El San José debe ser protagonista, traspasar las murallas del colegio. Ahora es más fácil, por las comunicaciones. Participar en la Academia Paraguaya de la Historia, en sesiones conjuntas con academias de otros colegios, alentar la creación de nuevas academias, estrechar vínculos a nivel local e internacional y brillar por la excelencia.
Finalmente, la dinámica debería propiciar mucha flexibilidad en la elección de temas, invitación de oradores, etc., sin descuidar nociones mínimas de orden como la calendarización de ejes temáticos para el año. Es importante organizarse y tener un calendario de actividades anual, porque eso permite enriquecer la experiencia mediante la invitación de oradores, especialistas, exalumnos, al tiempo de organizar actividades dentro y fuera del colegio.
Si algo nos quedó pendiente en el 2004 fue instalar una publicación periódica, idealmente anual, como La Estrella de la Academia Literaria. Este es un desafío que dejamos para quienes nos sucederían y hoy aprovecho para relanzar la idea a consideración de los estudiantes.