Compartir
Anabella Filippini es médica gineco-obstetra, especialista en Endocrinología Ginecológica, formada en la Universidad Nacional de Asunción y en la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, Brasil.
“Desde el 2004 me ocupo de cuidar la salud de las mujeres, desde la adolescencia hasta sus años más maduros. Mi compromiso con ellas es ayudarlas a mantenerlas sanas, informadas y plenas, para hacer frente a sus propios desafíos como ser logros personales, la maternidad y longevidad en su mejor condición”, explica.
Madre de 3 hijos “fieles sanjosianos” y una hija teresiana, nos afirma que este es su “mayor tesoro. Todo esfuerzo vale la pena por compartir sus alegrías, sus victorias y sus momentos difíciles”.
En esta nota nos habla de la importancia de identificar biomarcadores femeninos, para una vida más completa y plena.
¿Por qué es necesario difundir la importancia del reconocimiento de biomarcadores femeninos?
Las mujeres somos muy diversas, la vida nos encaminó hacia el “estar en todas”. Tan particulares somos que tenemos dentro de nuestra fisiología, el ciclo menstrual que varía en proporciones hormonales que nos hacen inclusive actuar de manera diferente dependiendo del momento en el que nos encontramos de la regla.
Conocer estos cambios hormonales nos ayudan a planificar: desde el marcar una reunión importante lejos de nuestros días difíciles, un viaje soñado o lo más importante, el momento más deseado para tener nuestros hijos.
¿Cómo hoy se puede transmitir esta formación?
En los tiempos de mi infancia y adolescencia, era inusual el hablar en familia o con nuestras mamás y/o hermanas mayores sobre todos estos cambios. Compartir experiencias era una oportunidad casi fantasiosa y aprendimos creciendo, muchas veces despues de algunos tropiezos.
Hoy ya es diferente, gracias a la apertura y la disponibilidad de la información, los padres nos preocupamos mucho mas en que reciban la noticia real y nos ocupamos en dar el consejo certero. Por lo menos, el que mejor nos resultó para que nuestros hijos estén con ojos abiertos y sobre todo que puedan entender el compromiso que significa crecer. La joven que se conoce, se respeta, se valora, se protege.
¿En qué momento?
Al inicio de la pubertad, tanto en el colegio como en el seno familiar deben plantease seriamente todas estas cuestiones relacionadas con el ciclo hormonal femenino y no mantenerlos en secreto ni como un tabú, sino como un privilegio y un don. Porque si dimensionamos lo que representa, eso es lo que estos cambios significan para la mujer.
¿Qué relación guarda con la fertilidad?
El reconocer el poder de la fertilidad en una misma las hace más responsables, el comprender el funcionamiento de sus hormonas, las hace más seguras y decididas.
El estilo de vida y los proyectos desafiantes, sobre todo para las mujeres, las llevan a postergar el inicio de la maternidad hasta el momento en que ya hayan logrado parcial o totalmente estos desafíos.
La situación real es que los ovarios no siguen estos planes, existe un tiempo en la vida de la mujer en que producimos folículos de buena calidad, más eficaces para una buena fecundación. Pasado este momento, aunque tengamos ciclos regulares y una vida sana, los óvulos que se producen ya no son los ideales, y los resultados son la disminución de la fertilidad o incluso gestaciones que no pueden seguir un buen curso y terminan en pérdidas.
¿Qué más podría señalar este control?
El realizar la medición de la Hormona antimulleriana (HAM) en sangre nos podría dar una idea de la reserva ovárica con que contamos.
Cambios llamativos del ciclo, dificultad para regular la temperatura corporal, sequedad de piel y mucosas, nos hablan de una probable insuficiencia ovárica prematura. Estas son síntomas que nos obligan a medir la HAM, o simplemente, el deseo de postergar la maternidad para un momento futuro, más allá de los 35 años.
¿Algún mensaje final?
“Ser hormonales”, es el distintivo del sexo femenino, “ser cambiantes” es su habilidad y su estrategia, “ser personas que dan vida” es su mayor poder y privilegio.