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Entrevista a CARLOS LIMA, exalumno de la promoción 1965.
Cuando los campamentos eran aún una novedad incipiente, a Carlos Lima le tocó dirigir uno de ellos. Si bien desde aquel entonces hasta hoy día se pueden encontrar numerosas diferencias en lo que caracteriza a este tradicional encuentro, hay elementos que perduran, como la amistad, las experiencias vividas y el espíritu de solidaridad.
¿De qué promoción del colegio era Ud.?
Yo soy de la promoción 1965, que ingresamos al primer grado en 1954. Suena, ¿no? Cincuentenario del colegio, claro que no recordamos nada de esos festejos… Pero la 65 era muy activa, en el 64 prácticamente nos empoderamos del colegio, asumimos el Centro Interno de Acción Católica y a mí me eligieron presidente, lo cual entonces significaba ser jefe de los campamentos.
También en ese año 64 propugnamos la creación del Centro de Estudiantes del Colegio, lo cual se materializó en el Salón de Actos con la presencia del R.P. Sinforiano Echeverría, a la sazón prefecto de los mayores. Y en esa asamblea de constitución se eligió presidente a Guido Rodríguez Alcalá, que era del 6° curso. Su secretario de actas y que al año siguiente ya le tocó la presidencia fue Alberto Ramírez Zambonini, quien fue el verdadero propulsor de la creación del Centro de Estudiantes.
Este Centro de Estudiantes en el 64, con la dirección del colegio, propició unas mesas redondas de las que participaron el Dr. Agustín Carrizosa, el Dr. Andrés Rivarola Queirolo y el Lic. Oscar Serafini Benítez que tenían por objeto la creación de una Asociación de Padres (aunque desconozco cuándo se logró esto). Y creo que vale la pena mencionar a algunos compañeros de la 65 que por A o B motivo adquirieron cierta notoriedad, como Ethele De Barath (+), Gustavo Riart, Juan Francisco Pancho Crosa, José Carlos Rodríguez Alcalá, Agustín Núñez, Ricardo Migliorisi, José María Fernández Estigarribia, Carlos Pocho Livieres (+), Víctor Varela, César Papalo Ros, Carlos Miguel Goiburú… y otros que digamos identifican a la promoción.
¿En qué consistía su aporte como jefe de campamento?
El aporte era más bien simbólico, virtual (como se dice ahora) o místico. En realidad los que aportaban al campamento eran los acampados, tanto cada uno de los miembros del Comando, sobre quienes recaía la organización, y de sus áreas respectivas, como de los jefes de grupos y de cada uno de los acampados. Estos eran los que “hacían” el campamento, sujetos y objetos del mismo.
¿Algún hecho anecdótico de aquel tiempo que quiera compartirnos?
Se me ocurre que lo más relevante fue la invitación que le hicimos al primer jefe de los campamentos, el recordado y formidable Pito Silva, para que ejerciera esa función en nuestro segundo campamento, el verano de 1964. Al año siguiente también invitamos a dos exalumnos (de la promo 60) que nos acompañaran en el Comando, Raúl Nené Zubizarreta y Luis Albeto Lima, que fueron jefes de Policía e Intendente respectivamente. Esto porque era una época de poco entusiasmo y había pocos inscriptos para los campamentos; algunos de 6° tenían que ir como acampados.
Nada es perfecto, en algunas cosas se puede ser mejor y en otras peor
Carlos Lima
¿Qué recuerdo se lleva especialmente consigo de aquel entonces?
Cuando fui jefe de campamento, no sé si en el invierno del 64 o en el 65 (cuando eso duraban 10 días) en uno de los asaltos medio desordenado y con pinta de complicarse decidí hacer sonar el silbato e instantáneamente todos, acampados y asaltantes, se paralizaron. Entonces con mi mejor voz de mando fui a la cancha de fútbol y dije: “acampados en este arco, y asaltantes en este otro, cuando suene el silbato empieza la lucha campal, y cuando vuelva a sonar se termina todo”. Así fue un final felíz. No hubo vencedores ni vencidos pero luego fue una reunión de camaradería que duró varias horas.
¿Cree que el campamento era una buena oportunidad para formar el carácter? ¿Cómo?
Nos enseña a disciplinarnos ante nuestros pares, a motivar a los propios compañeros, a esforzarnos por lograr metas alcanzables y para algunos inalcanzables; más adelante a manejar grupos de compañeros, y finalmente a tomar las responsabilidades que a cada uno le toca en el Comando, sintiendo que si su engranaje falla, toda la máquina se trancará. Y también (y no es poca cosa) nos enseña a comandar, a planificar, a organizar, a dirigir, a dar órdenes con sentido y objetivos.
Tengo entendido que se realizó un campamento de exalumnos, ¿que diferencia encontró con el paso del tiempo?
Ese campamento del 2004 fue en conmemoración del centenario del colegio. Nuevamente Pito Silva fue el jefe de campamento, y lo lindo fue que a la hora del coro (como no habían muchos talentos para dicho evento) se decidió hacer una exposición por parte de representantes de cada década, de cómo eran los campamentos entonces. Se fue viendo cómo se presentaban los cambios, incluso nos enteramos que por dos veces se habían acabado y se tuvo que resucitar a los campamentos. Obviamente en cada renacimiento aparecían características diferentes.
¿Algo que le gustaría dar como un mensaje a los campamentos actuales?
Que nada es perfecto, en algunas cosas se puede ser mejor y en otras peor. Lo bueno es atender las experiencias, evaluarlas y si es conveniente adoptarlas, incorporarlas, esto en todos los órdenes de la vida, pero también en los campamentos.