Entrevista a Matías Paats, exalumno de la promoción 2015
Las historias del campamento son tantas, que no alcanzan las reuniones de los lunes o los asados para contarlas todas. Más aún porque, con cada nuevo encuentro, es natural que se repitan, causando la misma emoción y despertando tantas risas como la primera vez.
Matías Paats Fernandez, acampado, comando, jefe de campamento y apasionado de esta actividad, nos cuenta qué hay detrás de la misma; nos habla de la mística y el ambiente especial que le hace volver, hasta hoy día y, como él asegura, “por muchos años más”.
Comencé a participar de esta hermosa actividad a través de un grupo de amigos mayores, que me insistían para que la vaya a conocer. Me hablaban de que las cosas que pasaban juntos ahí eran increíble y que generaban un lazo más fuerte de unidad entre todos.
Entonces, sin mediar palabras con mis padres, lo decidido estaba: “me voy al campamento”. Levanté el teléfono y empecé a hablar con algunos compañeros de colegio, para decirles que quería ir también.
Nuestro primer campamento fue en Semana Santa del 2010. Nos fuimos entre 7 compañeros y, de verdad, desde ese campamento la unidad entre nosotros 7 se hizo más fuerte. Al volver de ese lugar lo único que hacíamos eran asados para cagarnos de risa de las cosas que pasamos ahí, y también incentivábamos a los demás compañeros para que lo vayan a conocer.
Si hay una mística propia del campamento, no es algo que creo: afirmo que la hay. Esta mística comienza desde esa primera vez que vas a conocer el campamento. Cuando terminaba, al estar de vuelta en casa, lo que más quería era volver. Llamaba a mis amigos para decirles “cómo estaría bueno un fogón ahora” o “qué bueno hacer una peña”. También hablábamos de los asaltos, recordando el momento de tener a tu mejor amigo luchando a tu lado por defender la bandera, o a un mita’i de 7° grado junto a esta, defendiéndola. También nos poníamos en oración, encomendándonos a nuestros 5 angeles: Juanca, Abraham, Sebastián, Andrés, Luis. Y agradezco que, en todo momento, nos cuidaron a las miles de personas que pasamos por ese lugar. Son cosas que no olvidás nunca, porque, de verdad, esos recuerdos son diferentes cada día y con cada campamento. Cada campamento es diferente y tiene su forma de jugarse.
Además, la mística del campamento también se traslada al colegio. Es decir, el campamento forma verdaderos hombres y verdaderos líderes. Y estos líderes son personas responsables, que en el colegio demostraban la excelencia. Entonces, un mita’i, al verlos, quiere seguir esos pasos y, casi sin darse cuenta, se encamina a la excelencia.
Al respecto, recuerdo que en un momento salió una nota del colegio que decía que se suspenderían a los participantes del campamento. Entonces, negocié con mis padres, y les dije: “déjenme ir, y yo prometo conducta y nota”. Desde ese momento (8° grado) mis notas fueron promedio 4.7 para arriba. Esto lo cuento para demostrar lo bien que me hizo el campamento, y no solo a mí, sino a los compañeros o alumnos de promociones menores que tomaron mi ejemplo. ¿Y para qué? Para volver a ese lugar.
Sí. Yo – que sigo participando de esta actividad y lo seguiré haciendo por muchos años mas – veo cosas diferentes en cada campamento, pero también es porque los tiempos cambian. Yo tengo 5 años de recibido, nada más, pero hoy en día está más fuerte la prensa y las redes sociales, hay acampados que participan menos del campamento, hay gente que no quiere ir a conocer por ciertos rumores.
Pero las cosas cambian, siempre tenemos que apuntar a que los cambios sean positivos para poder levantar el campamento, para dejarlo en lo más alto y demostrando con acciones la grandeza del campamento y de las personas que forma.
Sí, va a seguir cambiando. De eso no cabe duda, los tiempos cambian, las personas cambian… lo que no tenemos que cambiar es el sentimiento y amor que todos le tenemos a ese lugar; así, cuando se quiera “pisotear” el nombre de esta actividad, el verdadero sanjosiano la defienda, siempre respetuosa y humildemente.
A todos los alumnos del colegio recomendaría que vayan a disfrutar del campamento; que vayan a cagarse de risa, a descuerar con su mejor amigo… que esas son anécdotas que nunca se olvidan y son momentos que se hablan en todos los asados, cuando pasa el tiempo.
Les diría que vayan a conocerlo, sin escuchar ciertas mentiras, como que los acampados toman o fuman, o que se les pega a los chicos. No ocurre eso. En cambio, hay: descuereo entre compañeros, curar la cortadura de un amigo, chistes, etc. Y las mejores experiencias de mi vida. Sin dudar, sin mirar atrás, vayan a conocer el campamento, todos son más que bienvenidos.
Quisiera agradecer a la Asociación Dios, Familia y Patria, que desde hace 6 años es la encargada de la realización del campamento, con Anibal Heisecke como presidente actual. Sin esta asociación y las personas que desde la misma pusieron su mano, hoy el campamento no podría hacerse.
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