Fuente: Historia del San José, de César Alonso de las Heras
El colegio, como tal, estaba lanzado y desarrollaba su buena andadura. El país, sin embargo, se estremecía frecuentemente con las revoluciones políticas que acarreaban desórdenes, molestias, penurias de todo tipo.
Muchas veces tuvieron que ser interrumpidas las clases por el silbido siniestro de las balas. Los alumnos debían volver a sus casas y cuando terminaba la revolución de turno empezaba la falta de abastecimiento. Más de una vez, el pan de los alumnos era un verdadero lujo.
Sin embargo, la obra sigue adelante. La necesidad de construir un colegio adecuado a las necesidades higiénicas y pedagógicas era imperiosa Había un arquitecto entre los padres fundadores: el P. Bacqué hizo los planos completos del colegio que soñaban. Como puede verse, era imponente. Nunca, sin embargo, se llevó a cabo tal cual. La parte central, la majestuosa construcción que va de Rosa Peña a San José y en parte de Rosa Peña responden al plano original. En 190 se daba culminación al cuerpo que se extiende – en dos pisos – desde Rosa peña hasta la torre. Era el domingo 13 de setiembre con gran afluencia de gente. Así se disponía de un gran dormitorio para los pupilos.
Se usaban aún, sin embargo, los vetustos locales que daban a la calle San José.
En carta del 9 de junio de 1907, el P. Bacqué habla de los planos que debe presentar a la municipalidad. “En cuanto a la orientación, he adoptado la única posible aquí, es decir, todos los cuerpos habitacionales paralelos a la calle España”. Detrás quedaba la calle Sargento Duré (hoy José Berges) y la edificación empezaba en la calle Oriente (hoy Rosa Peña).
Sigue el P. Bacqué: “El colegio, una vez terminado, podrá recibir entre trescientos y cuatrocientos alumnos, las aulas tienen capacidad para treinta alumnos”.Hay que confesar que el conjunto era majestuoso, con iglesia (donde se encuentra ahora) y teatro (donde está la pileta).
El R. P. Pommés llega de visita en 1911 y examina técnicamente la construcción del colegio. Hace tres observaciones 1) refiere las palabras del sr. Gaona: “los padres no conocen nuestros paraguayos, por eso construyen demasiado espléndido”; 2) teme que el colegio sea ocupado en las revoluciones; 3) que es demasiado alto para el sol y el viento caliente.
En 1907 se abre el tercer curso y así quedará el colegio: era difícil ofrecer más cursos por falta de personal y de local. Los alumnos llegan a doscientos.
Se pide mucho que se siga con el cuarto curso; lo hace inclusive Mons. Bogarín, en carta del 21 de julio de 1910 al Superior General, y en 1910 le suplica que se abra sin tardanza el cuarto curso para que puedan salir bachilleres del colegio.
Ya en carta del 23 de abril de 1910 (año en que se inicia su rectorado), el P. Subervielle, que ha pedido sacrificios a la Comunidad, le ruega con insistencia al Superior General que le permita abrir el cuarto curso. Le señala que el señor obispo había dicho que, si no se le hacía caso, llamaría a los jesuitas para eso.
Por otro lado, el P. Bacqué estaba enfermo, viajó a Europa y sería difícil iniciar l cuarto curso sin él, como se lo había comunicado al Superior General el P. Director. Pero procura encontrar, allí, nuevos profesores Y el tesón del nuevo director-superior lo consiguió, aunque con profesores locales.
En 1911 se logra el pedido e inician el cuarto curso. Estudiaban Castellano, Alemán, Latín, Geometría, Trigonometría, Topografía, Historia Romana, Botánica, Geología, Derecho Usual, Dibujo y Gimnasia.
El año 1911, sin embargo, no fue agradable por la peste que azotaba al país. En Paraguay todo iba muy mal: el país se encontraba en plena revolución, la capital a punto de ser asediada, los alumnos se habían alistado en el ejército regular o en las tropas revolucionarias, o se escondían para no estar obligados a luchar. Solo los pequeños se habían presentado en el colegio el día de comienzo de cursos, en número aproximado de ciento veinticinco. Para colmo, tres de los sacerdotes estaban gravemente enfermos de una especie de fiebre tifoidea. Los demás padres se ocupaban a la vez de atender a los alumnos y a los enfermos.
El 12 de octubre escribe el P. Superior: “Dios nos envía una nueva prueba. Se trata de la peste bajo su forma más temible, la forma pulmonar, como en Manchuria. Fue de golpe y como una explosión y enloquecimiento.
El Consejo de Higiene tomó enseguida medidas. Se hizo todo para detener la plaga, y hoy podemos creer que se acertó ya que no ha habido nada nuevo.
“Una de las medidas fue el cierre, el miércoles pasado, de todos los establecimientos de enseñanza públicos y privados hasta fin de mes. Es por eso que desde hace tres días estamos de vacaciones forzadas. No tuvimos un solo caso en el colegio, y el estado sanitario, gracias a Dios, era perfecto en el momento de la partida de los alumnos.
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