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Editorial Nro. 26
Entrando en el mes de julio, mes dedicado a la amistad, quisiera explayarme en lo que para los exalumnos del San José es más que una letra y más que una palabra.
Se podría decir que la amistad se manifiesta como un sentimiento mutuo. Establecida por la igualdad de visiones, ya sea de la vida o de proyectos en común. Es una relación de afecto, simpatía y confianza.
Entre los compañeros de promoción forjamos la amistad más duradera, la que encarna realmente el concepto de amistad. La que está fundamentada en la visión de lo bueno de la vida y de la virtud. Es decir, con preceptos morales.
La que no aspira a recibir nada a cambio, como no sea el mismo vínculo (reciprocidad). Compartimos los momentos más gratos, que van acumulándose con el tiempo. Como logros profesionales, los matrimonios que se forman y las familias que se agrandan, hasta las cosas más triviales, como un torneo de futbol, un encuentro ocasional o en eventos de reencuentro.
Así también en los momentos más fuertes donde el dolor, al igual que la amistad, se hace presente, con la partida de un ser querido. No hay parámetros en estas amistades y se considera a cada una como única.
Pero también la amistad crece entre las promociones. Aunque no compartimos aulas o clases, compartimos momentos únicos en campamentos, viajes, fiestas, deportes, trabajo, cientos de lugares y actividades cotidianas. Esos momentos van consolidando una amistad albiceleste.
La pandemia nos enseñó otra forma de amistad: la virtual. A través de Internet, ya sea mediante foros, redes sociales, correo electrónico o whatsapp, aunque no pudimos compartir presencialmente, la distancia sirvió para valorar más lo cultivado durante tantos años.