Categorias: Memorias

1916, año de luz para el colegio

Fuente: Historia del San José, de César Alonso de las Heras

En la década del 10 del siglo pasado, el colegio san José comenzó a ser visto como un representante de “luz, acción e influencia”, como una fuente de intelectualidad, consejos y enseñanzas útiles para la sociedad, y esta imagen sería determinante para la situación de la institución durante aquellas complicadas épocas.

El año de 1916 asume la dirección del colegio el R.P. Lorenzo Bordenave. El 10 de febrero se reúne la Comunidad para nombrar a los consejeros. Faltan los PP. Chenú, Larramendy y Palou, que están movilizados en la Guerra Grande. El vicedirector es el P. Luciano Cestac, secretario el P. Moustrou y administrador el P. Capdevielle. Vocales los PP. Pucheu y Bellocq.

Escribe el P. Bordenave al Superior General: “En esta capital somos un centro intelectual muy bien visto. Se espera de nosotros luz, acción e influencia ya sea por el consejo, ya sea por la palabra.

El P. Bordenave une a su gran bondad y don de gente, el sentido de la organización y logrará, durante su Rectorado de nueve años, asentar y dar celebridad al colegio.

Fueron años llenos de acontecimientos para la institución, auspiciosos en algunos casos, pero muy graves en otros. El trabajo era intenso, no sólo por las clases del Colegio y atención a los alumnos sino también por todo tipo de consultas y visitas que recibían los Padres, además del intenso trabajo de apostolado.

¿Podemos renunciar a ello? ¿Podemos aceptar ser directores espirituales y doctrinarios? Estamos forzados a ello porque somos los únicos. Todos vienen a nosotros como a la luz. Gracias a Dios tenemos al P. Cestac, que goza de veneración general…”

En otra carta, el Padre pediría que le manden más religiosos calificados, con sólida formación.

La administración del colegio decidió aquel año comprar decorados para el “teatro” del Colegio; “la compra de un juego, también tendrán a su disposición los alumnos, llamado ‘bochas’, “el juego denominado lawn tennis y un frontón de piedra para el juego de pelota”. También se decide comprar un motor con sus accesorios por valor de 3.000 $. Pero resuelven no comprar un piano.

Se decide también alquilar la Casa “Bruschetti”, ubicada al lado del colegio, para alojar a los pensionistas.

Se va también completando un laboratorio de física, así como un “cinematógrafo”. También desde entonces -y por muchos años- los cursos secundarios sólo tendrían clases en el turno mañana a partir del 15 de octubre de aquel año.

Además, se decide que durante las vacaciones se embaldose el patio de los mayores y el de los pequeños; este último sin embargo sólo se haría en el año 1943. En el patio de los mayores se instalarían las “barras paralelas”.

Se empieza a hablar también de la construcción del resto del colegio. El Premio de Honor se otorgaría a Gustavo González, el mejor de los diez alumnos del sexto curso.

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